A este respecto, Maus sirvió para dar un aldabonazo en la conciencia de mucha gente que, hasta ese momento, no había prestado la más mínima atención a todo aquello que se presentase enmarcado en una viñeta. O, a lo sumo, lo consideraba algo reservado a los niños, los más infantiles (independientemente de su edad) o los que se conforman con echarse una sonrisa al ver una tira o un chiste en el periódico del día.
Pues bien, la gran noticia es que por fin ha aparecido la segunda entrega de Berlín, la ambiciosa creación de Jason Lutes, dedicada a narrarnos nada más y nada menos que, con un par, la historia de la República de Weimar, retratatando un período interesantísimo en el que cualquier cosa parecía posible, desde la explosión de la mayor locura artística hasta el advenimiento de una de las más crueles y mortíferas tiranías de todos los tiempos (desgraciadamente, ya sabemos cuál de todas las posibilidades fue la que terminó aposentando sus reales en Centroeuropa).
Y lo prodigioso de Lutes es que lo consigue con un dibujo preciso de línea clara, lleno de belleza clásica, y a través de un tejido humano en el que se van entremezclando los hilos de decenas de personajes que representan todos los estamentos que se apiñaban en una ciudad que, junto a París, ostentaba en aquellos años la condición de ser una de las más excitantes del mundo. Desde la aristocracia a los socialistas revolucionarios, pasando por los judíos y los periodistas, los intelectuales, los músicos, los trabajadores, los mendigos, los policías, las prostitutas, los guardias de tráfico, los conductores del tranvía, las amas de casa, los comerciantes, los estudiantes, los ancianos, los niños, los soldados...
Una complejidad que explica en gran medida por qué hemos tenido que esperar varios años hasta que Lutes terminara el segundo volumen (Ciudad de humo), que se extiende desde la masacre del Primero de Mayo de 1929 hasta las elecciones de septiembre de 1930 que supusieron la irrupción masiva de los nazis, hasta entonces más que minoritarios, en el Reichstag. Previamente, el primer tomo (Ciudad de piedras) había arrancado en septiembre de 1928 con el encuentro de sus dos personajes principales, la estudiante de arte Marthe Müller y el periodista Kurt Severing, en un tren que se aproxima a Berlín, ciudad en la que nosotros también entramos junto a ellos, en una secuencia que inevitablemente recuerda a las primeras secuencias de Berlín, sinfonía de una ciudad.
Si todavía eres de los que tiene prevención sobre las historias contadas con dibujitos, dale una oportunidad a la obra magna de Jason Lutes. El único inconveniente es que entre cada una de las entregas, necesariamente, ha de pasar mucho tiempo; y todo, para que nos devoremos de una sentada cada nuevo volumen y que, para colmo, nos quedemos con ganas de más. Aunque, bien pensado, ése es el principal elogio que se puede hacer de una obra de arte...
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6 comentarios:
No tenía idea de que existiese Berlín, pero ha captado mi curiosidad.
Yo soy de las que se le pasaron los prejuicios con los cómic gracias a Maus... esto de Berlín tiene buena pinta... Recuérdamelo cuando vaya por allí... que luego se me olvida... ;-)
pasate por mi blog, si te apetece,
tienes una sorpresa
http://moriaventuras.blogspot.com/
No es que me guste excesivamente Tm Cruise y no me parece que de la imagen adecuada para el papel pero, por lo que me cuentan, la película está bastante bien.
Un abrazo,
Esteban
Ciertamente un tebeo grande. y no lo digo por su volumen.
Te recomiendo mucho Café Budapest, de Alfonso Zapico.
¡Ostras, Morilandia! ¿Qué será, qué será...?
y Crunch, tomo nota de la recomendación. A ver si lo encuentro sin problema.
Un saludo!
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