26 julio 2006

PORQUE SUEÑO, YO NO ESTOY LOCO


Si suele haber una película que marque ese punto concreto en el que uno deja de ser un espectador de cine para convertirse en algo más, ese estado que ha venido en denominarse "cinefilia" y que tiene un sonido tan parecido al de ciertas desviaciones y perversiones, el mío va asociado, en gran parte, a un título único, una rara avis que me hizo comprender que una película podía albergar una experiencia mucho más intensa, rica e íntima de lo que hasta entonces había creído. Esa película fue Léolo, de Jean-Claude Lauzon (a la que seguiría, poco después, Europa, de Lars Von Trier).

No llevaba mucho tiempo en Madrid, ciudad a la que me vine a estudiar desde mi Asturias natal, y fue por entonces, a través de las actividades del cine-club del Colegio Mayor donde me alojaba, cuando fui dando los pasos que me llevaron a descubrir la versión original subtitulada, los ciclos de clásicos, y que se podía hablar durante horas de cine, incluso discutir y enfadarte, sin agotar nunca los temas. Pero no fue hasta una sesión de las 16 h., en los por entonces nuevos cines Renoir de Cuatro Caminos, cuando permanecí durante algo más de hora y media literalmente subyugado, atado a la pantalla.

Recientemente, tuve la oportunidad de poner la película a un grupo de estudiantes universitarios que tenían que hacer un trabajo sobre ella. Al leerlos, me di cuenta de la distancia que puede separar, por muchos motivos (la edad, el distinto cine que uno ha visto de niño y adolescente, la diferencia entre una sala de cine y el DVD, etc.), la apreciación de una obra de arte. Su reacción ante la película fue muy diversa, pero creo que en ningún caso hubo una fascinación parecida a la mía; enfrentar nuestros gustos y experiencias al de alguien que no tenga demasiado que ver con nosotros puede ser tremendamente aleccionador.

Y sin embargo, a pesar de reconocer que es posible que Léolo no sea la obra maestra que un día creí que era, sigo asomándome a ella con la sensación de contemplar una obra exacerbada, ambiciosa, que rastrea la belleza debajo de la sordidez de una familia imposible en la que todos sus miembros están locos. Sólo el pequeño Léolo, un imposible crío que piensa y escribe como un erudito a pesar de haberse leído sólo un libro en su vida, el único que hay en su casa y que se utiliza para calzar la mesa de la cocina, luchará desesperadamente para no caer en esa locura y repetirá su frase talismán: "Porque sueño no estoy loco. Porque sueño, yo no lo estoy".

Léolo oscila a veces al borde del desastre: las ensoñaciones del protagonista con Bianca, la vecina italiana de la que está perdidamente enamorado, rayan a veces en lo cursi; el uso de las canciones, absolutamente heterodoxo (Tom Waits y Loreena McKennitt, la Misa Criolla y los Rolling...), parece sobre el papel no encajar para nada en el conjunto... Y sin embargo, por esas casualidades que tan pocas veces se dan, lo que parecen puntos débiles se transforman en puntos fuertes y dotan a la película de su hálito poético, un hálito que en algunos momentos es tan potente, que extrae oro de los momentos más chabacanos (la prodigiosa escena del Léolo bebé sentado en el orinal mientras observa a una fantasmal pava que ocupa la bañera sucia) y se eleva por encima del tremendismo que salpica el metraje.

Decía recientemente Enrique González Macho, al hablar del vigésimo aniversario de los cines Renoir, que Léolo había sido para él la película más especial exhibida en sus salas en todo ese tiempo, en parte porque, gracias a su apuesta, consiguió en España el modesto éxito que no tuvo en ningún otro país, incluido el Canadá original de su director, muerto poco después en un accidente de avión sin haber rodado la que iba a ser su siguiente película.

Para mí, por razones más modestas, se me quedó grabada a fuego, porque terminé la sesión con los ojos arrasados y salí a la luz del día en total estado de shock, mientras resonaban (y aún resuenan) en mi mente las últimas palabras escritas por Léolo, leídas por el Domador de Palabras sobre los acordes de The Lady of Shalott: "Ya no sueño. Ya no sueño".

¡Cuánto temor desde entonces a que esas palabras se volviesen realidad!

LÉOLO. Léolo. Francia-Canadá, 1992. Color, 107 min. Director: Jean-Claude Lauzon. Intérpretes: Maxime Collin, Ginette Reno, Julien Guiomar, Pierre Bourgault, Giuditta del Vecchio, Denys Arcand, Yves Montmarquette, Roland Blouin, Geneviève Samson. Guión: Jean-Claude Lauzon. Fotografía: Guy Dufaux. Música: Gilbert Bécaud. Productores: Aimeé Danis, Lyse Lafontaine. Vista en: DVD (Cameo).

19 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya, yo no he visto Léolo, pero por tus apuntes sobre ella suena a imprescindible, así que me la anoto en negrita.

Sobre lo que a uno le puede fascinar y a otros no...efectivamente, el cine a veces va mucho más allá de la mera crítica u opinión objetiva sobre una película, y lo que a unos puede fascinar a otros les puede parecer una película más. Eso hace algunas recomendaciones muy complicadas y hay muchas películas que es difícil saber a quién pueden gustar y a quién no, a no ser que sea alguien muy cercano del que conozcamos todas sus tendencias cinéfilas. Por cierto, efectivamente, qué gran tema el cine, ¡y qué inagotable!

Y nada más, sólo quiero apuntar que a mí también me fascina Europa (que me sigue pareciendo la mejor película de Von Trier) y que esta vez he escrito el mensaje antes en el bloc de notas, para evitar incidentes como el de ayer.

Un saludo, muy buen artículo, sí señor.

RUFUS dijo...

Ah, ¡¡vaya película!! A mi también me marco un poco. No tanto como a ti pero me dejo su huella. No la vi en el cine, me dejaron un montón de cintas VHS piratas (casi todas comerciales) y entre todas destaco Léolo.
Me pillo desprevenido, esa poesía contrastada con la decadencia del suburbio. Muchas escenas perduran en mi memoria; esa familia enajenada, su hermano obsesionado con las flexiones (y luego no tenia ningún carácter para las peleas), el abuelo en la bañera (¿y su accidente?), la escena del “fecundamiento invitro” de su madre (con un tomate), etc…
Pero sobretodo me encanto la lírica de una canción dedicada a su vecina.
Brutal película, si señor.

Salut

Daniel Quinn dijo...

Lo de los Colegios mayores es muy peligroso, rosen; yo también estuve en uno de los que rondan Metropolitano hasta no hace mucho y, realmente, lo vivido allí no se suele ajustar a la realidad, aunque el recuerdo casi siempre es bueno, jeje.
Respecto a Leolo, yo le tengo una manía especial a esa película. Entiendo la fascinación de mucha gente ante un universo tan personal, pero ese mundo de detalles grotescos y fellinianos..., no es precisamente de mi agrado, me saca completamente de la película, no sé bien por qué.
Saludos!!

Dcine dijo...

Pues yo la vi en el cine en su momento de estreno y la verdad es que me gustó. Es de esas películas con tanta personalidad que una vez la has visto jamás la olvidas. A mi ya me pillo con el cine en las venas. Soy de los que se aficionaron al cine con el estreno de La Guerra de las Galaxias y Encuentros en la 3º Fase...A partir de estas dos películas me eché a perder y desde entonces hasta ahora siempre he sido un friki del cine (antes llamados cinéfilos) o si lo queréis un cinemaniaco.
Con esta película (al igual que con la anteriormente comentada Mystic River) también me ocurrió algo curioso. Es de las pocas películas que recuerdo que mis hermanos (tengo dos) y yo hayamos visto en una sala de cine por nuestra cuenta y riesgo (es decir sin que yo les hubiera dado la tabarra de antemano) y de las pocas que extrañamente nos han gustado a los tres (aunque tenemos gustos parecidos no solemos coincidir en lo que a cine se refiere).
Recuerdo que me animé a verla, a parte de por las críticas que ya la ensalzaban por aquel entonces, por los avances de los programas de tv en los que se hacía hincapié en las ensoñaciones de Leolo y su extraña explicación de sus "orígenes italianos"...
Una extraña mezcla de sensibilidad, surrealismo y locura que desde luego seduce. En el archivo de mi cabeza (algo desordenado, por cierto) la tengo entre Delicatessen y Barton Fink, otros dos ejemplos de películas con personalidad propia que se estrenaron más o menos por las mismas fechas (estas dos son del 91) y que me causaron parecida sensación de extrañeza y fascinación.

Un saludo,
Barry Collins,

Pd: Por cierto, y para todos aquellos que no hayan tenido ocasión de verla, hace muy poco se publicó una versión en DVD que seguramente todavía se podrá encontrar en las tiendas. Por si alguien se anima.

Pol dijo...

Pues hace poco rondaba dicho DVD de Leolo y a pesar de las recomendaciones de una de mis hermanas, por falta de tiempo no la pude ver. Así que de momento no la he visto, pero son demasiadas recomendaciones favorables...que no me voy a poder resistir...ya que este es un tipo de cine que me fascina.

Anónimo dijo...

In topic: Regalitos:

http://www.youtube.com/watch?v=o72GDj7svq4

"Cold Cold Ground" no la he encontrado.

http://www.youtube.com/watch?v=2-HGBID91iw

http://web1.tor.fastvibe.com/quinlan-road/qt/ladyofshallot_300k.mov

Off topic: Te he enviado un mail.

Anónimo dijo...

El último enlace se ha cortado. Si no lo ves bien, clic aquí. El principio instrumental te sonará muy familiar.

Kike dijo...

Se me han erizado los pelos al leer este post. Soy de los que la vieron en el cine en V.O. y de los que se quedaron en prendados de ella. Según leia me entraban ganas incontenibles de volver a verla. La música me parece parte fundamental del mundo al que te traslada la película. Al emperzar a leer, antes de llegar al título de la pelicula, la primera que me vino a la cabeza fué "leolo". Otra que me produjo un efecto parecido y más o menos por la misma época fue "El marido de la peluquera".

Rosenrod dijo...

Fer: tienes toda la razón, muy complicado lo de recomendar una película a alguien. O le conoces muy bien, o te arriesgas a hacerle perder el tiempo... y yo odio perder el tiempo viendo algo que no me haya gustado nada así que, obviamente, me fastidia hacérselo perder a otros. ¡Vamos, que lo de recomendar películas puede llegar a ser absolutamente estresante! :)

Bienvenido, Rufus. La verdad es que enfoqué más el post desde un punto de vista personal que estrictamente cinematográfico, por eso no me paré a hablar de las escenas. Pero todas las que me comentas, y más, son verdaderamente imborrables; pero yo me sigo quedando con la de la pava. Por alguna razón, se me humedecen los ojos cada vez que la veo. Supongo que eso me hace carne de tumbona... :)

Daniel: desgraciadamente, yo pasé la fase colegio mayor-metropolitana hace muuuucho tiempo (más del que me gustaría). Me gusta tu comentario, porque lo cierto es que "Léolo" tiene algo de reverso oscuro del mundo felliniano, cuando los sueños del italiano se convierten en monstruos (¡Dios, qué pedante me ha quedado esto!), pero entiendo perfectamente que es una película que difícilmente deja indiferente: o te gusta o te repele, creo que no deja lugar a medias tintas.

Barry, creo que es un milagro lo de la coincidencia (más en este caso que en el de "Mystic River"), pero cuando sucede es genial. Sí que está en DVD (aunque la copia de origen es infame), y los que tengan en su ciudad cines de la cadena Renoir la pueden comprar sin problema en ellos, porque está editada en el sello de González Macho, Cameo. Y respecto a "Barton Fink"... ésa será a buen seguro carne de post, más pronto que tarde. Fue otra película que me fascinó en aquellos mismos años, que recuerdo como llenos de películas fascinantes (supongo que más por mi experiencia personal de acceso a la cinefilia que verdaderamente porque fueran años extraordinarios, supongo que había las mismas joyas que hay ahora).

¡Hola, Pol! Cuando la veas, ya me dices. A ver de qué lado caes, si de los fascinados o de los asqueados (obviamente, te deseo lo primero :) )

E Indiana Marnie: gracias gracias gracias por los regalos. El viejo Tom es siempre una maravilla, tanto que hasta le perdono su ridículo cameo en la infame "Domino". El último enlace no lo he podido ver en el ordenador en el que estoy ahora, y me lo reservo para casa. Supongo que será la versión original de la canción de Loreena, de la que es cierto que la película sólo coge la introducción instrumental.

Por cierto, y como curiosidad: a la McKennit la vi en concierto más o menos en torno a las mismas fechas en que vi "Léolo". Cuando empezaron a sonar las notas de "The Lady of Shalott" en el escenario... en fin, os lo podéis imaginar.

Gracias a todos!

Matías Cobo dijo...

Esa misma sensación que describes al comienzo, como bien dices, está muy condicionada por la propia peripecia vital de cada uno, pero también por cómo nos asomemos a una cinta con la sensibilidad que ésta nos demanda. No es lo mismo asistir a un visionado de una cinta como 'Léolo' (que, por cierto, no he visto e intentaré reparar tal laguna lo más pronto posible, a tenor de tu ferviente recomendación) que a una cinta de acción más liviana e industrial.

Yo creo haber tenido tenido esa sensación, por última vez, con películas de Wong Kar Wai o de Clint Eastwood; o con la maravilla de cinta que da título a este blog.

Un saludo.

Rosenrod dijo...

Bienvenido, Kike. Me alegro de haber contribuido a recuperar una experiencia tan especial.

Matías: al fin y al cabo, el mapa de las películas que son algo más, para cada uno de nosotros, es tan personal que escapa a cualquier clasificación. Eso es lo que hace del cine, como de cualquier arte, la experiencia que uno termina necesitando como respirar.

Un saludo a los dos!

Anónimo dijo...

Es curioso lo que sucede con esta película en nuestra generación: yo, desde los cinco primeros minutos de proyección, la ODIÉ, y todavía la odio. Falsa, pretenciosa, feísta, sórdida a muerte, tramposa, y sobre todo falsa falsa falsa. Como de Liliana Cavani, pero hecha a medida de lo que un listillo cree que va a gustar a los alphavilleros: diseñada con mala intención, vaya. De hecho, durante mucho tiempo, en cualquier conversación sobre cine, la prueba de fuego era esa: "¿a ti qué te pareció 'Léolo'?". Hasta que un día, no hace mucho, un buen amigo y persona de buen gusto a la que suelo respetar, confesó ser de los Léolo-fans y yo dije: "pues mira, yo divido a la gente entre los que adoraron 'Léolo' y los que no". Y me contestó el tipo, como un rayo: "ah, yo desde ahora también". Y ahí me di cuenta de que todos los que hablamos de 'Léolo', sea para odiarla o para amarla, hablamos de lo mismo. Y, como siempre, un placer hablar de lo mismo o de su contrario contigo, rosenrod. Con un beso muy fuerte, Bloomberg.

Anónimo dijo...

Lo cierto es que también hay que saber no "cegarse" cuando suceden cosas así, y admitir que hay películas que nos calan muy hondo, pero de una forma totalmente objetiva.

¿Acaso no me pasa a mí eso con El imperio del sol? Reconozco que no es una obra maestra, pero todos tenemos momentos en los que derribamos nuestra barrera mental de objetividad y espíritu crítico y nos dejamos involucrar en una historia de forma personal.

¿Por qué algunas películas consiguen eso? La razón está a veces en la película y otras en el propio espectador, y creo que es muy importante saber distinguir eso.

Anónimo dijo...

obviamente, en la primera frase de mi última opinión cometí un lapsus escribae, y donde dije "totalmente objetiva" debería haber escrito "totalmente subjetiva"

¡Cosas del cansancio!

Rosenrod dijo...

¡Cenibloom, qué alegría y qué sorpresa encontrarte por aquí! Es cierto que, como digo en el texto, con los años me han entrado dudas de que "Léolo" sea la obra maestra que recordaba: a día de hoy, la voz en off me parece demasiado impostada, y hay momentos en los que el ritmo decae. Sin embargo, sigo subyugado por la potencia de muchas de sus imágenes (no voy a repetir lo de la escena de la pava y la impresión que me produce)... y sí, me temo que hay un componente subjetivo muy fuerte, que nunca me dejará abjurar de ella. ¡Qué se le va a hacer! :) Un beso muy fuerte también para ti; ya sabes que nada más gozoso que polemizar contigo: conviertes cualquier conversación en una maravilla.

Y Fer: has tocado un punto débil, porque para mí "El imperio del sol" SÍ que es una obra maestra; de hecho, es la gran obra maestra de Spielberg. Ya he escrito sobre ella en este blog, pero seguro seguro que vuelve a salir el tema. Lo merece de sobra.

Gracias a los dos!

Anónimo dijo...

Piiiaaassooo de película Léolo. Tenía prevista reseñarla en mi blog. Pero bueno, ya veremos. De hecho con películas así solo puedo decir una cosa: si no la han visto... VÉANLAA YA!!!

Rosenrod dijo...

Sí, sí, pero escribe esa reseña, escríbela... Siempre es interesante leer lo que a otro le ha sugerido, especialmente una película tan compleja como ésta.

Bienvenido!

Anónimo dijo...

Me acuerdo como un día llegue a casa por la noche bastante cansado. Encendí la tele tan solo par amenizar el rato que me iba a llevar cenar. Puse la TVE2 y me quedé enganchado con una película ya empezada.
Lo comenté con amigos y familiares y nadie me supo decir que película era. Al cabo de unos años, porque era una de esas busquedas a la nunca renuncias, no se muy bien como, dí con el nombre y al cabo de otros tantos años, ya con internet y la mula pude bajármela y verla desde el principio, no sin cierto miedo a que me defraudase, ya que el recuedo original era casi onírico. No lo hizo.

Almatina dijo...

A esa hora pero en los Renoir de plaza españa
yo veía la misma película
por la que mi hijo de 8 años
se llama Leo
a fuego se quedó
y en el fuego se quemó mis impresiones siguientes de compañías oscilobatientes,
cuando años después la miré
y otros ojos amorcillados,
desantendidos
la miraron con cinefilia bastardasnob:

"... estaba bien, pero con los años se ha quedado obsoleta"

Que fácil es innovar y perfeccionar una idea original
y que difícil crear de la nada
sin puentes ni andamios, sin planos ni osarios ni grutas ni templarios

Porque sueño no lo estoy
y no
yo no lo estoy

Y cada vez somos menos
Saludos!