30 abril 2007

EXCESOS Y EXCESOS



Lo confieso: me resulta infinitamente más simpático el hiperromanticismo de la descompensada pero fascinante La fuente de la vida, de Darren Aronofsky, que el sofocante y recargado aluvión de La maldición de la flor dorada, la película más decepcionante de la larga y brillante filmografía del genial Zhang Yimou.

[+] Mi crítica de La fuente de la vida en LaButaca.net
[+] Mi crítica de La maldición de la flor dorada en LaButaca.net

[+] Cinema recensioni: Curse of the Golden Flower.., en They Made Me Do It
[+] "La maldición de la flor dorada", de Zhang Yimou, en Mi galaxia lejana
[+] Cinema recensioni: The Fountain..., en They Made Me Do It
[+] La fuente de la vida, en A mil revoluciones
[+] Crítica: "La fuente de la vida", en Cineahora
[+] La fuente de la Vida (The Fountain) (2006), en Padded Room: Chronichs Floor

26 abril 2007

UNA NIÑA


Lo advierto de antemano para que no haya sorpresas: este post es un puro lugar común; pero que los lugares comunes existan no quiere decir que éstos no sean verdaderos, sólo que se repiten tanto que nos ocurre como cuando, de niños, pronunciamos miles de veces una palabra hasta que ésta parece perder totalmente su significado y se convierte en un mero sonido hueco. Pero, antes de ser sólo aire, hubo algo, y era verdadero.

Ha caído en mis manos una pequeña joya, un libro titulado Marilyn íntima, y que se sitúa entre la biografía (escrita por el periodista Víctor Fernández) y el catálogo, pues recoge las piezas de la Colección Maite Mínguez Ricart, considerada como una de las más importantes dedicadas en el mundo a la actriz de Con faldas y a lo loco y que, curiosamente, se conserva en Barcelona.

Pues bien, el lugar común al que me refiero es el de la Marilyn símbolo erótico, al final casi a su pesar, con un ejército de estilistas a sueldo de los estudios que la transformaron en algo que fue más etéreo que la persona frágil que la encarnó (y aunque la colección incorpore objetos tan terrenales como el cenicero en el que la estrella colocó las pastillas la noche en que murió o la primera placa de su tumba, que por desconocidos recovecos fue quitada y extraviada hasta que aterrizó en una sala de subastas).

Y aún así, lo que más me ha captado la atención, porque en el libro es una transición abrupta, es cómo en un determinado momento una chica guapa pero como tantas otras, se transformó, de la noche de la mañana, en una diosa de mirada, actitud y formas subyugantes. El cambio es tan repentino, al pasar las páginas del libro, que es como si uno reparara por primera vez en ello.

Y aún más, me quedo con las primeras páginas, con las fotos de su infancia, con la primera instantánea que se le conoce y en la que aparece Norma Jeane de bebé en brazos de su madre sin que veamos el rostro de ésta; o aquélla en la que a los cinco años coge la mano de otro niño de mirada tímida (en contraste con la decidida de ella), y que la actriz describe en el dorso como "mi primer novio"... o la deliciosa foto de autor desconocido que acompaña estas líneas, la de una pequeña de seis años que no podía, ni remotamente, imaginar hasta qué punto podía combinarse la maravilla y el sufrimiento en esta condenada vida... aunque me temo que, visto lo que fue su infancia, ya debía empezar a hacerse una idea.

23 abril 2007

EL SOL Y EL GORRIÓN



Sunshine es una buena película que sería memorable si no contuviera veinte minutos que se acercan peligrosamente al bochorno (y no precisamente por la cercanía del Sol). Y la irregular La vida en rosa contiene algunas escenas en las que Edith Piaf logra hacerse presente a través de la portentosa Marion Cotillard.

[+] Mi crítica de Sunshine en LaButaca.net

[+] Mi crítica de La vida en rosa en LaButaca.net

19 abril 2007

LOS GRISSOM CINÉFILOS

Puede que a muchos no nos diga gran cosa el nombre de Luciano Berriatúa. Y sin embargo, sin su labor no podríamos contemplar gran parte de la obra de Murnau tal y como fue concebida (por ejemplo, el Fausto presentado en el Festival de Berlín de 1996, restaurado por un equipo dirigido por él para la Filmoteca Española).

Como él, un puñado de especialistas trabajan desperdigados por el mundo para preservar de la destrucción las joyas del cine mudo: la fragilidad del soporte utilizado ha hecho que se haya perdido ya gran parte de lo que se filmó en las dos primeras décadas del cine... si uno lo piensa, da vértigo: es como si Max Brod hubiese obedecido la orden de Kafka y a su muerte hubiese quemado todos sus escritos; ¿cuántas obras maestras han desaparecido sin dejar rastro, sin que siquiera hayamos llegado a conocer que alguna vez existieron?

Incluso algunas de las obras más conocidas lucen ya la huella del zarpazo: sin ir más lejos, la última versión comúnmente aceptada como definitiva de Metrópolis carece de planos y alguna escena, que en el montaje son sustituidos por fotos fijas o rótulos donde se nos explica lo que pasaba. La versión que ahora mismo disfrutamos del Napoleón, de Abel Gance, cuya restauración sufragó Coppola, es aproximativa, porque se desconoce cómo era exactamente. Y si hablamos de Nosferatu, de la que se ordenó la destrucción de todas las copias por exigencia de los herederos de Bram Stoker, o de piezas de las que se rodaron varias versiones, el caos puede llegar a ser de antología.

Por ejemplo, sólo muy recientemente se ha podido tener una idea muy aproximada de cómo debió de ser la versión de El último, de Murnau, que fue todo un éxito de crítica y público. Por aquella época, se hacían tres tomas diferentes; la más depurada se utilizaba para el mercado alemán, y las otras dos para la exportación. Pues bien, habiendo pasado por encima ochenta años, una dispersión de los materiales, una guerra mundial que arrasó gran parte del archivo fílmico alemán, y sin conservarse durante mucho tiempo una copia del guión que pudiera ser considerada como definitiva... ¿cómo puede reconstruirse una película en esas condiciones? Se encuentra una lata en París, una escena en un sótano perdido de Hamburgo, un negativo en un cuartucho de Hollywood, una copia de copia en mal estado en una filmoteca perdida de la mano de Dios... y para colmo, ¿cómo saber si pertenece a la versión depurada o a las otras dos?

En la edición en DVD de El último aparece un extra que comenta someramente el proceso. Y creedme que es fascinante, cómo se va deduciendo, en una labor digna del CSI y que puede durar años, cómo era la película. Cuánto conocimiento, cuánto amor por el cine... como los paleontólogos desentierran huesos e imaginan su colocación, así los restauradores levantan de nuevo la película, la limpian, le devuelven el esplendor que lució en su estreno, y nos devuelven una maravilla tan viva como cualquiera de las producciones que ahora ocupan la cartelera. Con una ventaja: con los huesos sólo se hace un esqueleto, y no se mueve; pero el cine vuelve a la vida, y uno puede asistir al milagro que unos anónimos artesanos en una oficina han retejido durante años. Y, como cinéfilos, sólo podemos decirles: gracias, muchas gracias.

16 abril 2007

PESTIÑOS SIN FRONTERAS


¡Que no se diga que la industria patria tiene nada que envidiar a la de Hollywood! Tan infumables son la presunta comedia Cerdos salvajes como el culebrón hiperhormonado y aburridísimo que responde al nombre de El corazón de la tierra. ¡Ahí, ahí, tratándonos de tú a tú con el Imperio!

[+] Mi crítica de Cerdos salvajes en LaButaca.net
[+] Mi crítica de El corazón de la tierra en LaButaca.net

[+] Crítica de Cerdos salvajes, en Muchocine.net

12 abril 2007

LA NUEVA MIRADA



Ya no se puede negar que el cine está viviendo una revolución, la enésima y, desde luego, no la última. Tras una primera etapa de pura hipertrofia, en la que los efectos especiales literalmente se comían las películas, barriendo cualquier otro aspecto, últimamente están llegando a nuestras pantallas una serie de propuestas que, por fin, integran las posibilidades de las nuevas tecnologías para construir algo con pretensiones de novedad. Y este cambio, por primera vez, va más allá del simple pegote avasallador: definitivamente, nos encontramos con un cambio profundo en el punto de vista de la mirada cinematográfica.



Quién iba a decir que las aportaciones visuales de nuevos medios narrativos como los videojuegos iban a afectar de tal manera a la forma de plasmar la realidad. Y, como en tantas cosas, hay que buscar en los pioneros visionarios (encabezados, una vez más, por san Murnau y su concepto de la "cámara desencadenada") el impulso primigenio, la necesidad de romper las estrecheces del cuadro y de la contemplación pasiva para crear una sensación de vivencia. No necesariamente real, pero sí una vivencia única, una experiencia que hiciese del cine un arte verdaderamente grande, incomparable y único.


Y, cómo no, fue el viejo zorro de Spielberg uno de los primeros en darse cuenta de que el nuevo juguete iba mucho más allá de los toscos usos que muchos querían darle. Si La guerra de los mundos es revolucionaria, no lo es por su guión endeble o por la limitada actuación de Tom Cruise, sino porque pone toda la carne en el asador para hacer un apocalipsis a escala humana, introduciendo la mirada del hombre de a pie que escapa entre semejantes que se evaporan y fugaces vistas de la máquina aniquiladora distorsionadas por el reflejo del sol o la propia imposibilidad de mirar atrás. Con su forma de integrar al espectador, de traerle una perspectiva que antes le era hurtada porque era contemplada desde fuera, comprendió cuál debía ser el camino por el que el cine espectáculo en un principio, pero también el resto, debía transitar para no convertirse en una pieza de museo frente a otros soportes mucho más dinámicos.

En los útlimos meses varios títulos, producidos en lugares diferentes, con intenciones igualmente diversas, pero una eficacia similar, han elevado la apuesta y confirmado su absoluta vigencia: del hiperrealismo de Hijos de los hombres o la secuencia de apertura de The Host al manierismo extremo de 300, las posibilidades se multiplican con cada nueva propuesta. El camino abierto es, sin duda, uno de los que promete mayores maravillas; y, a la vez, supone una transfusión de sangre joven, llena de vitalidad y energía, que vuelve a demostrar que el cine y su centenaria lucidez están más vivos que nunca.

09 abril 2007

ESCÁNDALOS, PASTORES, GLORIAS Y DEMÁS COSECHAS...




El duelo interpretativo de Judie Dench y Cate Blanchett en Diario de un escándalo es de los que se recordarán durante mucho tiempo... lástima que el resto de la película no esté a la misma altura. Mientras, Robert De Niro se excede en sobriedad a la hora de contarnos los orígenes de la CIA en El buen pastor... una sobriedad que, por cierto, luce mejor en Days of Glory, horroroso título para la exportación de la cinta francesa que reivindica el papel de los soldados de las colonias en la Segunda Guerra Mundial. Y, sinceramente, no creo que La cosecha le vaya a dar su tercer Oscar a Hillary Swank.

[+] Mi crítica de Diario de un escándalo en LaButaca.net
[+] Mi crítica de El buen pastor en LaButaca.net
[+] Mi crítica de Days of Glory en LaButaca.net
[+] Mi crítica de La cosecha en LaButaca.net

[+] Los titiriteros del mundo, en Silencio, se rueda
[+] Crítica de El buen pastor, en Muchocine.net
[+] Crítica: "Diario de un escándalo", en Cinempatía
[+] Cinema Recensioni: Diario de un escándalo..., en They Made Me Do It
[+] Gran duelo interpretativo: Diario de un escándalo, en Ser cinéfago, según John Trent

[+] Recopilando que es gerundio, en Sitges en coreano significa cadáver

[+] Indígenas, en Ojo de buey

02 abril 2007

NOTICIAS DESDE UNA TIERRA OSCURA Y CALLADA


Que Werner Herzog es uno de los mayores poetas del cine actual no es ninguna novedad. Pero en él el término "poesía" pierde cualquier asomo de blandenguería, de fácil muestrario de lugares comunes, cómodos y de una apariencia que puede ser confundida con la belleza, para buscar a personajes extraordinarios que parecen escapados de la más delirante de las ficciones y que, por uno u otro motivo, han rozado los márgenes de la realidad para asomarse más allá.

Asomarse a sus documentales es como sacar el cuerpo más de la cuenta en un mirador de alta montaña: el vértigo puede modificar lo que sientes y, lo que es más importante, intuyes lo que se esconde más allá de un punto donde tú no llegarás, pero sí unos pocos que insinúan ante la cámara de Herzog una mínima parte de lo que vieron allí.

Uno de los ejemplos más sublimes quizá sea El país del silencio y la oscuridad, un documental de 1971 que detiene su mirada en la realidad de los sordociegos, las personas que sufren diversas enfermedades que les privan, a menudo desde el nacimiento, de los sentidos de la vista y del habla, una doble cárcel en la que, en demasiadas ocasiones, sus almas languidecen ante la imposibilidad de comunicarse con los que les rodean. Personas perfectamente inteligentes y conscientes que, sin embargo, permanecen encerradas en un mundo que sólo por simplificar podemos definir con las palabras "silencio" y "oscuridad": "La gente", dicen en un momento del documental, "cree que la sordera es silencio, pero no es cierto. Es un ruido constante que va de un suave zumbido a un zumbido constante..."


La persona extraordinaria, que aunque real contiene en sí todas las esencias de los personajes herzogianos, es Fini Straubinger, una mujer que perdió en su infancia el oído y la vista, y que a consecuencia de los dolores cerebrales que su afección le causaba, tuvo que permanecer acostada durante décadas. Y sin embargo, su presencia no es oscura, sino plenamente luminosa: Fini aparece absolutamente entregada a la labor de recuperar a los que son como ella, de convencer a los políticos para que reconozcan la existencia de estos ciudadanos que difícilmente podrán darse a conocer por ellos mismos, a llevarles consuelo, a rastrearles en psiquiátricos, asilos y casas donde crecen y viven ocultos para evitar los comentarios de la gente.

Fini es un personaje radiante; al contrario que el extraño y un tanto lunático vitalismo de Timothy Treadwell, el protagonista del hasta ahora último documental de Herzog, Grizzly Man, ella sonríe constantemente, se comunica con los que les rodean (afortunadamente, al menos aún puede hablar), se traslada y, al frente de un grupo de personas como ella, apura con avidez cada nueva sensación que pueda llegarle por el tacto o el gusto: les veremos subirse en un avión cuyo fuselaje han palpado con ansia, les veremos reírse cuando les invade, de una manera que el resto no podemos imaginar siquiera, la sensación de estar volando... visitarán un jardín botánico, un zoo y allí, acompañados por guías y ayudantes, descubrirán hambrientas, con sus manos y las explicaciones que les dan marcándoles las palmas de las manos, en un alfabeto codificado para sordociegos, maravillas y detalles que para nosotros son invisibles porque nunca nos detendremos a "mirar" así...


Es superfluo tratar de aprehender con palabras la belleza y la poesía que desprende un documental que rehúye la conmiseración, el morbo o el tranquilizar conciencias: Herzog logra ser aceptado como uno más para hacer un documental, algo que la mayoría ni siquiera sabrán qué es ni podrán apreciar jamás. A mí, su visionado me ha deparado una extraña sensación a medio camino entre el sobrecogimiento y la paz, y un cúmulo de impresiones extrañas, vertiginosas, incluso contradictorias. Vamos, lo normal cuando lo firma quien lo firma.

A continuación, os pongo un enlace de Yo
utube donde he encontrado un breve fragmento del documental. Está subtitulado en inglés, pero creo que no tendréis problema en seguirlo: en él veréis a Fini con, quizá, el caso más escalofriante del documental, el de un chico de 22 años sordociego de nacimiento, que creció sin atención especializada en una casa al cuidado de su padre y que, para muchos, es ya un caso perdido... Y sin embargo, por alguna extraña razón, lo que a uno le queda cuando termina de ver este fragmento es una sensación de esperanza y de que la música, aunque sean meras vibraciones, es capaz de abrir una grieta, aunque sea momentánea, en el muro que encierra el país del silencio y la oscuridad.

[+] Fragmento de El país del silencio y la oscuridad en Youtube



El país del silencio y la oscuridad
Land des Schweigens und der Dunkelheit
Alemania Occidental, 1971 85 min., color

Guión y dirección: Werner Herzog. Fotografía: Jörg Schmidt-Reitwein. Montaje: Beate Mainka-Jellinghaus