31 agosto 2008

ESTÁN LOCOS ESTOS SUECOS



De verdad, hay algo en estos civilizados nórdicos que no termina de tranquilizarme. Durante muchísimo tiempo, han sido para nosotros, los españoles, la antítesis de lo que reconocíamos como nuestros defectos más importantes: frente a la improvisación, la racionalidad extrema; frente a los complejos, la seguridad que da la capacidad y la formación; frente a la escasez de medios de una sociedad que acumulaba casi dos siglos de guerras, dictaduras y desastres varios, la balsa de aceite de otra que había logrado construir una cosa llamada Estado del Bienestar que ofrecía todos los servicios básicos sin renunciar al alto nivel de vida; y claro, por si faltaba algo, para colmo eran altos, rubios, guapos, cultos... frente a ellos, todos éramos Alfredo Landa. Y no había más.

Y luego resultó que no sólo olía a podrido en Dinamarca, sino que los efluvios rebasaban la diminuta patria de Hamlet para ajar ese espejo en el que un día aspirábamos a reflejarnos. Pistas de que había algo extraño en el paraíso nos las empezó a dar la saga de novelas del carismático inspector Wallander, nacido de la mano de Henning Mankell. Aun concediendo todos los beneficios de la duda a unas tramas que hacían confluir en la aparentemente tranquila Escania, en el sur de Suecia, la trata de blancas
, los asesinos en serie, el crimen informático, los escándalos financieros y una serie de horrorosos e inexplicables muertos en las más variadas circunstancias, empezamos a ver que bajo la tranquilidad sueca se ocultaba una sociedad no tan diferente a la nuestra en miedos, vicios y, sobre todo, capacidad de hacer el mal. Y para colmo, resultaba que el tan cacareado bienestar ni siquiera garantizaba la felicidad: el inspector Kurt Wallander era un divorciado sin solución, con problemas con la bebida y dificultad para las relaciones sociales, un triste solitario que ni siquiera quería serlo... Pues sí que lo teníamos claro: los héroes rubios se trastocaban en un antihéroe fondón y fracasado ¡Pues vaya!

Cuando aún no nos habíamos recuperado del susto, nos llega el legado póstumo de Stieg Larsson, un famoso periodista y reportero de guerra sueco que, antes de fallecer en el 2004, entregó a su editor la trilogía Millenium, cuyo primer volumen, Los hombres que no amaban a las mujeres, aparece en nuestro país tras haber arrasado en media Europa. Y el panorama que nos ofrece este primer tomo hunde ya cualquier expectativa de solución: a tenor de lo que se nos narra en sus casi 700 páginas, no hay ningún estamento del país sueco que se libre de la huella de lo peor de la condición humana. A través de una investigación en una afamada familia industrial del país, se nos desgrana cómo la inmoralidad, la opresión y las más retorcidas perversiones pueden esconderse tras las ventanas de las más estupendas mansiones, y cómo las manos que dan los premios a los empleados más responsables y comprometidos de una gran corporación pueden ser las mismas que torturan, violan o ahogan a mujeres, niños y hombres indefensos que poco pueden hacer ante un aparato de poder que protege a quienes lo componen...

Pero la puntilla la dan los datos que se van esparciendo por entre el texto: en la civilizada y admirable Suecia, el 18% de las mujeres han sido amenazadas en alguna ocasión por un hombre; en la tierra que otorga los premios Nobel, el 46% de las mujeres ha sufrido violencia por parte de algún hombre; en uno de los países donde nacieron los teléfonos móviles, orgullo de la tecnología y el progreso humanos, el 13% de las mujeres han sido víctimas de una violencia sexual extrema fuera del ámbito de sus relaciones sexuales (este dato confieso que no lo acabo de entender demasiado bien, pero me limito a transcribirlo); y en el país de la seguridad, el 92% de las mujeres que han sufrido abusos sexuales en la última agresión no lo han denunciado a la policía... Al final, sólo nos queda en pie el mito de la racionalidad: puestos a matar a tu compañera, mejor hazlo en casa y que no se entere nadie. ¡Cómo se nota que a los españoles, con esta manía de hacerlo a plena luz del día y con total efusión de sangre, aún nos quedan muchas lecciones de urbanidad que aprender!



Teaser trailer de la adaptación cinematográfica de "Los hombres que no amaban a las mujeres"

21 agosto 2008

PERMANEZCAN ATENTOS A SUS MONITORES



Hay esperas cortas, largas y eternas... y a mí, este paréntesis de falta de actualización del blog me ha terminado pesando como una losa. La acumulación de trabajo, y la imposibilidad de poder dedicarle el tiempo que se merece (bien es sabido que algo que sólo se hace a medias, no merece ni media atención) me obligó a congelarlo hasta mejores tiempos.

Pues bien: el deshielo veraniego ha favorecido que, quizá, estos mejores tiempos hayan llegado. O al menos para mí. Y con fecha fija: el domingo 31 de agosto
volveremos a encontrarnos en ésta que, espero, vuelva a ser vuestra casa. Dejadme tan sólo que la ventile y que pase un poco el plumero y el mocho: la ocasión merece las mejores galas.

Un abrazo, y (esta vez sí) hasta muy muy pronto.