
Como amante confeso de los gatos que soy, siempre he lamentado que lo mismo que les convierte en animales únicos (su independencia, su elegancia, su no aceptación de las órdenes, la necesidad de establecer constantemente una entente de convivencia entre ellos y nosotros, esa sensación de que nunca terminan de pertenecerte, como mucha gente a la que quieres) es, a la vez, el principal escollo para trabajar con ellos en el cine. Si Hitchcock dijo aquello de que no había que trabajar ni con niños ni con perros, no quiero ni imaginarme de lo que podría haber dicho con respecto a los gatos. Por eso, no deja de maravillarme el felino que interpreta a León, el gato de la portera de El erizo. ¿Truco digital o realmente un animal que sabe estar ante las cámaras? No lo sé, pero desde luego una cosa es cierta: no recuerdo haber visto ningún otro minino que luciera tan bien en pantalla.
2 comentarios:
Tendríamos que ver a Boris haciendo un prota...
¡Aún no la ví! Sólo por ver al gato ya vale la pena.
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