20 julio 2006

UN RÍO MÍSTICO... ¿Y FASCISTA?

Existe un consenso casi universal en afirmar que Clint Eastwood es uno de los pocos clásicos vivos, un director en el que aún puede rastrearse la huella de un cine a punto de desaparecer, y que entronca con los grandes maestros que hicieron grande a Hollywood. Incluso ha protagonizado tesis doctorales, en las que a través de su carrera cinematográfica se sigue con claridad la evolución del estereotipo masculino en el imaginario estadounidense (lo que vale decir en prácticamente todo el mundo occidental).

Existe también casi unanimidad en señalarle como uno de los escasísimos creadores libres que, mientras firman una extensa, y en muchos casos extraordinaria, filmografía, son capaces de mantener un juego de equilibrio con la industria: Hollywood le adora, pero ha conseguido que no le devore gracias, en gran parte, al manejo de presupuestos aquilatados que no comprometen en demasía a los estudios y aseguran pingües beneficios en caso de éxito sin graves pérdidas en los fracasos. Reivindicado como autor por los europeos (más concretamente por los franceses, como ocurriera antes con Hitchcock, Peckinpah, Allen o Fuller, entre otros), el icono almeriense de las películas de Sergio Leone se ha labrado una reputación que puede llegar a su máxima consagración con Flags of Our Fathers y Red Sun, Black Sand, su doble visión, desde cada uno de los bandos, de la batalla de Iwo Jima.

Este reconocimiento no siempre ha sido tan universal ni tan indiscutido. No deja de resultar llamativo que el director de obras como Medianoche en el jardín del bien y del mal, una auténtica obra maestra en la que se denuncia la profunda hipocresía y corrupción moral en la que vive la presunta "gente de orden" del más tradicional y conservador Sur norteamericano, ofrezca en la vida real declaraciones y actitudes que en ocasiones, y como poco, sólo pueden ser calificadas como reaccionarias, con su defensa a ultranza de la pena de muerte para los pedófilos o sus paseos armados durante su etapa como acalde de Carmel como ejemplo. Y sin embargo, quizá sería más acertado decir que su posición es de un fuerte conservadurismo en lo político pero defensora de un liberalismo e individualismo en lo moral (lo que, en cierta forma, le asemejaría con el ideario del gran John Ford).

Así, no es de extrañar que, a lo largo de su carrera, se haya topado en más de una ocasión con el adjetivo de "fascista". La más importante, ligada a su personaje de Harry el Sucio, pero ha habido más: el sargento Tom Highway de El sargento de hierro y, más recientemente, Mystic River donde, curiosamente, trabajó con dos de los "rojos" más señeros de Hollywood, Sean Penn y Tim Robbins. Una película recibida con entusiasmo por la crítica, pero que tampoco escapó a comentarios que resaltaron una presunta carga ideológica tremendamente reaccionaria, rayana en el fascismo. Claro que, en este caso, fueron los menos y pasaron bastante más desapercibidos: es lo que pasa cuando se llega al estatus de clásico viviente.

La tesis principal de los que ven en la película el ominoso peso del fascismo destacan cómo en ella se nos describe el mecanismo de funcionamiento de una cerrada comunidad de un suburbio norteamericano cualquiera, en el que la justicia sigue sus propias reglas, de manera paralela a la acción judicial y policial, y en el que resulta un engorro pasar por el procedimiento jurídico y el sistema de garantías para identificar, juzgar y castigar a quien, en un momento dado, es señalado como responsable de un crimen tan horrible como la violación y asesinato de la hija del personaje de Penn, un ex delincuente reconvertido en respetado capo del barrio.

Paralelamente a esta trama, transcurre otra, que nos hablaría de la necesidad de que, para conservar la unión de la comunidad, los débiles sean expulsados o, incluso, destruidos. En una especie de darwinismo salvaje, sólo los más fuertes tienen derecho a sobrevivir y, aunque maten erróneamente a quien no cometió el crimen (pero sí otro, porque asesinó a un pederasta, pero eso curiosamente no parece haber levantado ninguna polémica ni discusión), la Ley, encarnada en el personaje de Kevin Bacon, nunca les tocará un pelo y disfrutarán de una total impunidad porque, al fin y al cabo, hicieron lo que hay que hacer. Que alguien sea débil o víctima sólo por el mero azar (el personaje de Tim Robbins quedó señalado en el momento en el que unos pederastas le introdujeron en el coche siendo niño, cuando en realidad el elegido pudo haber sido cualquiera de los amigos con los que estaba jugando) poco importa.

Así, los únicos personajes que, según esta tesis, quedarían físicamente o moralmente destruidos serían los que sufren algún tipo de tara, trauma o característica que les hace, en cierta forma, inferiores a los que sí pertenecen a la comunidad: el taciturno y asustadizo Tim Robbins; su mujer, una débil mental que cual Judas termina vendiéndole; su hijo, condenado a una orfandad que todo parece indicar le llevará a seguir los pasos de su padre, como nos refleja la patética escena final del desfile; y el hermano sordomudo del novio de la chica asesinada, a quien mató para evitar que los dos huyesen y le dejasen viviendo con el ogro de su madre).

Frente a ellos, se alzan las figuras que representan el poder, el orden, y que quedan impunes: Sean Penn, quien se ve obligado a retornar a su pasado y optar de nuevo por la violencia cuando había jurado no volver a hacerlo al formar una familia (un estereotipo muy repetido en el cine de Eastwood); su mujer, verdadera Lady Macbeth capaz de hacer cualquier cosa por mantener a su marido en su posición de rey del barrio (prodigiosa Laura Linney); y el policía interpretado por Kevin Bacon, que cuando llega a saber la verdad la sacrifica para que el orden establecido pueda mantenerse (lo que, en una acción sin real causa-efecto pero profundamente simbólica, le lleva a recuperar a su mujer).

Todos esos temas están bien visibles en la película, hasta el punto de que son las ideas fuerza que la sostienen, más allá de la trama puntual. Pero en lo que resulta más difícil estar de acuerdo es en la afirmación de que Eastwood nos está haciendo una apología de ello. Si así fuera, hubiese tomado otro camino, porque no hay nada glorioso en ese niño que desfila solitario en una carroza, con una profunda cara de tristeza, ni en que la profunda división entre los triunfadores y los perdedores se nos muestre bajo los sones patrióticos y entusiásticos de un desfile lleno de banderas y motivos norteamericanos. En realidad, en esa escena se muestra el mecanismo más profundo y cruel que sostiene toda una sociedad y, lo que menos le queda a uno, es la sensación de que así deben ser las cosas, y así deben continuar. Antes al contrario, hay un desagrado profundo que invade al espectador... Si eso puede llamarse propaganda, entonces es una propaganda muy extraña.

Dos años después, Eastwood seguiría su asombrosa senda de madurez con la absoluta obra maestra que es Million Dollar Baby, una película que debería haber acallado cualquier acusación de flirteo con el fascismo por su defensa a ultranza de la dignidad de los perdedores, lo que la sitúa, en cierta forma, en las antípodas de Mystic River. Pero el viejo debate volverá, incluso, cuando Clint estrene sus dos visiones de la mayor batalla del Pacífico, en la que dará voz y perspectiva al enemigo. Es lo que pasa cuando eres un personaje complejo, genial y profundamente humano: estamos perdiendo la costumbre de tratar con ellos; nos van mucho mejor los planos y unidimensionales, que abarcamos cómodamente con una etiqueta.

MYSTIC RIVER. Mystic River. EE. UU., 2003. Color, 132 min. Director: Clint Eastwood. Intérpretes: Sean Penn, Tim Robbins, Kevin Bacon, Laurence Fishburne,Marcia Gay Harden, Laura Linney. Guión: Brian Helgeland, según la novela de Dennis Lehane. Fotografía: Tom Stern. Música: Clint Eastwood. Producción: Robert Lorenz, Ludie G. Hoyt, Clint Eastwood. Vista en: DVD (Warner)

[+] Una imagen... Mystic River, en Cineahora

21 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy bastante de acuerdo en todo: Eastwood es un director con unas propuestas temáticas tan complejas que tratar de etiquetarlo de una cosa u de otra es un gran error de ese maniqueísmo cada vez más imperante.

No creo que en películas como "Poder Absoluto", "ejecución inminente" o "Un mundo perfecto" pueda ser tildado con tanta ligereza de fascista. Lo que sí que tengo claro es que es sincero, y arriesgado. No le tiembla el pulso a la hora de exponer posturas, pese a lo políticamente incorrectas que puedan ser, y esto no hace sino enriquecer su cine y hacerlo mucho más atractivo.

Pero metiéndonos en materia con Mistc River...ya he oído esa teoría, sobre todo sobre el final y, pese a que no he leído nada acerca de la intención de Eastwood o el guionista o el escritor de la novela en la que se basa la película, tengo que disentir, y no soy el único.

En mi opinión, el significado del final no es que el policía interpretado por Bacon haga la vista gorda para que ese suburbio siga llevando su propia justicia.

La puesta en escena es MUY esplícita en ese sentido: A ambos lados del desfile, la gente se acumula como si de "bandos" se tratase. A un lado, Sean Penn con su maquiavélica esposa y con sus secuaces. Al otro lado, la perdedora, la viuda de Robbins; y en ese mismo lado, Kevin Bacon. Se trata de un recurso muy "westerniano" el de situar a personajes enfrentados en las orillas contrarias de la calle. El gesto de Kevin Bacon es inequívoco, al simular que dispara a Penn, en una especie de "voy a ir a por tí" al que Penn responde con un "bueno, aquí me tienes".

Para mí el significado de esa genial escena es este, y aunque no fuera este tema el que seguramente era la intención principal de tu artículo, al leerlo y haberlo oído antes me he cegado con la referencia a él, pero es que símplemente es una secuencia importante de comentar, creo yo.

Si tú sabes algo sobre la intención original de la obra o tienes otra opinión al respecto, exponla, para poder seguir el debate ;) Felicidades por el artículo, es muy bueno. ah y PERDON POR LOS SPOILERS!!

Roberto García dijo...

Es un estupendo articulo qu ante todo es acertado y pone las cosas en su sitio por si alguien dudaba de esa "abierta a la interpretacion" secuencia final de la, por otro lado, fabulosa, "Mystic River".

En la novela el final es similar. El gesto de Kevin Bacon hacía Sean Penn ocurre, pero además el primero tiene una breve conversacion con Celeste (Gay Harden) en la que se compadece de ella y le promete que en cuanto tenga pruebas meterá en la cartel al asesino de su marido. Lo acompaña con una caricia en la mejilla y con el gesto de complicidad de la recuperada mujer de Bacon, presente en aquel momento.

Es decir, el grueso de lo contado por Eastwood está en la novela.Aunque este lo rodó de una manera tan maravillosa que quedará para la historia, y además lejos de cualquier posible polemica fascista.

Creo que esa secuencia va a ser de lo mejor de está década cinematográficamente hablando. Yo todavia la tengo retenida en mi memoria.

Saludos septimocieleros!

Shiba dijo...

"Mystic River" la ví un dia de depresión en el que me hallaba: fui sola al cine y todo, sesión matinal, y estabamos yo y otras dos personas. La película me fascinó: ya iba bien preparada porque conocía películas dirigidas por Eastwood (le adoro), y la verdad me quedé impresionada. La interpretación de todos los actores me dejó KO, especialmente Sean Penn, y la historia me parecía truculenta, triste...

No la compararía con "Million Dollar Baby", puesto que los valores y el tratamiento del tema en si son totalmente distintos...

Rosenrod dijo...

Bienvenido, Fer: la verdad es que no recuerdo haber leído nada sobre la intención original de Eastwood ni de su guionista, ni me he leído la novela original. La única declaración relacionada de alguna forma con la película que recuerdo en torno al estreno fue su contundente afirmación de que condenaría a muerte a todos los pederastas. Estoy totalmente de acuerdo contigo en que hay varios Eastwoods, pero en todos ellos hay unas líneas comunes, como no es casual que el personaje que suele encarnar es el de un solitario que purga una culpa y que encuentra vías para regenerarse... (¡ese genial plano final e "Million Dollar Baby"!) o para intentarlo, porque no siempre lo consigue (el William Munny de "Sin perdón", por ejemplo).

Dicho esto, es cierto que he oído esa opinión sobre el final de "Mystic River", un final auténticamente magistral pero en el que Eastwood sólo da algunas pistas para su interpretación. Es cierto que la más extendida es la que tú comentas pero, como afirmo en el texto, no es la que veo yo. En el intercambio de gestos no veo una auténtica señal de amenaza entre el personaje de Bacon y Penn, sino más bien una señal marcando territorio, una especie de "tú sabes que yo sé". Si estuviese tan claro que al final la justicia va a prevalecer, si Kevin Bacon va a perseguir a Penn hasta probar su culpabilidad, ¿por qué no se nos dice con más contundencia? Para mí, la propia ambigüedad es señal de que eso no va a suceder, porque el policía no va a romper el "statu quo", y mucho menos cuando ha conseguido reconstruir su vida y su familia. Para mí, la historia de su mujer, que incluso para algunos es superflua, cobra en los últimos minutos su verdadera importancia: a los que siguen las normas todo les va bien y, así, en cuanto el policía abandona la búsqueda, es recompensado, aunque esa recompensa no tenga nada que ver con la trama.

En fin, es una opinión, pero en tiempos de cine tan adocenado como los que vivimos, me parece genial una escena tan abierta a la interpretación y el debate.

Rob, creo que todos compartimos fascinación por esa escena. Pero creo que en lo que comentas está bastante de la clave: si Eastwood quería transmitirnos esa idea tan contundente de que se hará justicia, ¿por qué no incluyó un gesto más explícito, como en la novela? Insisto en que, para mí, la ambigüedad es un factor clave para la interpretación de la escena, un auténtico caso de ambigüedad calculada.

Lucinda, ¡"Mystic River" para afrontar una depresión! ¡Uau, eso sí que es un tratamiento de "shock"! :) Ahora en serio: creo que si hay alguien capaz de retratar el alma humana, con todos sus recovecos y contradicciones, es Clint Eastwood. Y si menciono "Million Dollar Baby" no es por considerarla similar a "Mystic River" (aunque la fina línea temática que va recorriendo toda su filmografía es bien visible), sino como demostración de su riqueza como director y la afirmación de que un cineasta que fuese como afirman sus detractores difícilmente hubiese firmado una película como ésta.

Frastraslafra: no, claro que no importa. Otra cosa sería ponernos orejeras y no enterarnos de nada.

Saludos a los cuatro!

Anónimo dijo...

Efectivamente, del final se puede hablar y mucho. A mí el mensaje "western" me quedó bastante claro, así que no le he dado muchas vueltas, pero se pueden sacar discusiones para un libro.
Gracias por la bienvenida! Encantado, tus artículos son MUY buenos.

Lo cierto es que Eastwood encaja bien sobre lo que comenté de lovecraft, si lo recuerdas. Es un tipo dificilmente encasillable, evidentemente a contracorriente y, por encima de todo, un gran defensor de aquello en lo que cree y un gran observador del alma humana. Y eso lo convierte en todo un clásico y en uno de los mejores directores vivos. Sin discusión.

Rosenrod dijo...

¡Hombre, no sé yo lo que pensaría Eastwood si lo compararan con Lovecraft! :) No, en serio, entiendo lo que dices. A todo esto, eso me recuerda el detalle de "Medianoche en el jardín del bien y del mal", uno de los escasísimos detalles fantásticos en sus películas, con ese hombre permanentemente acompañado por las moscas... Claro que, ahora que lo pienso, el simbolismo no le va mal: ahí está, si no, "El jinete pálido" para demostrarlo.

Muchas gracias, Fer

Anónimo dijo...

jejeje, ya te digo, menuda comparación más surrealista me ha salido. Pero bueno, el mensaje se ha captado, que es lo que cuenta.

El simbolismo, muy cierto, lo maneja bien. Al fin y al cabo, viniendo del western, donde muchas películas han utilizado claros símbolos..es lógico.

ah! y de nada! a seguir así!

Matías Cobo dijo...

Poco más añadir al ya excelente artículo y los interesantes comentarios al respecto. En relación a la magnífica escena final, yo también interpreté el gesto como un "iré a por ti", aunque la otra interpretación también es posible; es lo bueno de ese final, esa doble lectura posible. Respecto a la figura de Eastwood, como comentas al principio, es cierto que es de lo más contradictoria. Ya me llamó la atención que afirmase estar contra la eutanasia tras haber filmado 'Million Dollar Baby'. Eso demuestra que un artista ha de ser fiel a una historia, y no ir de panfletario. Es lo que separa esta extraordinario película de otra ('Mar adentro') que, teniendo detalles apreciables y habiendo asumido en ella muchos riesgos Amenábar, se deja llevar por la ideologización.

Como dices, Rosenrod, el cine precisa de personajes complejos y llenos de aristas, igual que las propias personas, y no acomadarse en roles tangencialmente bueno o malos. Y en lo que llevamos de año cinematográfico, poco de eso asomado en la gran pantalla.

Rosenrod dijo...

Tienes toda la razón, Matías. Y por supuesto estoy absolutamente de acuerdo en lo de que la comparación entre "Million Dollar Baby" y "Mar adentro" (si es que cabe comparación, que incluso eso podría discutirse) se inclina abrumadoramente hacia la primera, Las contradicciones del personaje y del "hombre real" Eastwood están ahí, nadie puede negarlas... y el año que no tenemos película suya, la verdad es que se nota.

Un saludo!

Dcine dijo...

Perdona por la tardanza en escribir este comentario a este excelente -como es habitual por estos lares- post.
Si dios existiera, o si existe, para los que creen en el, Clint Eastwood seguro que se sentará a su derecha junto a Willy Wilder el día que fallezca ¡dios quiera que ese inevitable hecho ocurra cuanto más tarde mejor!.
Decir que es el último clásico (como se encargan de repetirnos en una y mil publicaciones) es menos que poco. El autor de obras maestras "absolutas" como esta "Mystic River" que nos ocupa, "Sin Perdón", "Medianoche en el jardín del bien y del mal" o su obra cumbre, la impresionante "Millon Dolar Baby", hace tiempo que está a la altura de los grandes.
Dicho esto creo que Mystic River es todo lo contrario a una película con mensaje fascista. El día que fui a verla me ocurrió algo significativo que hizo que la disfrutara doblemente y se me quedara grabada en la memoria a fuego. Al acudir a la sala (un multicine) resulta que estrenaban mundialmente la penosa Matrix reloaded. Como era el día del espectador, de pronto me encontré con "el dilema" de ver una película que exige algo más intelectualmente o el estreno mundial de un blocbuster de pim, pam, pum a precio del día del espectador. Como mi exagerado lado lúdico del cerebro siempre está ahí para enfrentarse al (muchas veces desorientado) lado intelectual, al final, irresponsablemente, entre a ver la segunda parte de Matrix -que mejor hubiera sido que nunca se hubiera rodado- en vez de la obra maestra de Eastwood. Al salir de la sala dos horas después estaba tan cabreado conmigo mismo que no tuve más remedio que entrar a ver la película que pretendía ver en un principio. Otras dos horas después, salía del cine con la sensación de haber asistido a una grandísima película, con esa extraña sensación que te invade cuando sabes que has hecho algo que debías hacer. Es realmente difícil intentar descubrir todos los matices, todos los significados de las grandes obras como esta. Decir que es fascista o no es quedarse tan solo en la superficie, aunque he de decir que en mi opinión queda claro la querencia de Eastwood por el personaje de Robbins -por los débiles, por los inocentes)-, dado que es el personaje que vertebra el film (todo tiene que ver con lo que le ocurre a su personaje al principio de la película), por el pobre hombre al que la vida le ha jugado más que una mala pasada y al que le reserva una última todavía más horrible. Es el único personaje inocente (por mucho que su locura o debilidad le haya llevado a cometer un hecho atroz). El resto o son estupidos -como la mujer del desgraciado personaje de Robins- o son calculadamente ambiguos -como el personaje de Bacon, ese policía del que nunca se llega a saber todo- o son Shakespirianamente perversos -como la mujer del personaje de Penn, a la que Laura Linney le regala una de sus mejores y más contenidas actuaciones- o son personajes desgraciados y sin moral -como el que encarna de forma contundente, como siempre, Penn, alguien que yo diría que es todavía más desgraciado que el personaje de Robbins. Un hombre inmoral, capo de media monta al que su corta visión de la vida le lleva a cometer el asesinato atroz (y cuantos más habrá cometido...) de uno de sus mejores amigos (tomándose equivocadamente el "ojo por ojo" al pie de la letra). Pero Eastwood, astutamente y para igualar la balanza (en el fondo para demostrar que no estamos ante el típico enfrentamiento entre buenos de moral sin tacha, y malos malísimos) nos muestra el sufrimiento de este personaje que acaba de perder a una hija, transmitiéndonos el insufrible dolor de un padre que, ciego de ira, comete quizás la mayor equivocación de su vida...
Eastwood muestra los hechos casi sin tomar partido (como ya he dicho anteriormente, creo que el director apuesta desde el principio por el personaje de Robbins) sin juzgar, para que el espectador saque sus conclusiones, y culmina el relato de una forma tan ambigua precisamente por eso, porque entrar a juzgar es tomar partido y entonces su película no hubiera sido tan grande como es.
Por eso creo que tildarla de "Fascista" es quedarse a medio camino, arañar la superficie de algo mucho más profundo, menospreciar la labor de un Eastwood que dirige aquí uno de sus más elaborados y profundos trabajos.

Un saludo,
Barry Collins

Rosenrod dijo...

De tardanza nada, Barry: siempre llegas a tiempo :)

Curiosa experiencia ésa: supongo que sirvió para reforzar la sensación de estar ante una auténtica obra maestra (la verdad, me cuesta imaginar algo más en las antípodas de "Mystic River" que el horror de "Matrix Reloaded"... bueno, sí, peor aún es "Domino"). Y respecto a la interpretación de Robbins, siempre me ha llamado la atención como alguien tan grande, de una presencia física tan imponente, puede aparecer tan frágil, tan destruido... verdaderamente impresionante.

Un abrazo!

Rosenrod dijo...

Frastraslafra, creo que el mérito es única y exclusivamente de san Clint, ora pro nobis!

Daniel Quinn dijo...

Lo primero es darte la enhorabuena por el post, rosenrod. A mí siempre me ha intrigado esa ambigüedad de Eastwood que, como ha dicho alguien, recuerda claramente al caso de John Ford. ¿Puede ser fascista alguien que ha rodado Las uvas de la ira o ¡Qué verde era mi valle!? En sus últimas películas, creo que Eastwood se ha acercado tremendamente a Ford (que para mí es su gran maestro) tanto estilística como temáticamente, por mucho que se siga hablando de Leone y Siegel como un tópico inamovible. Habrá que pensar cuánto hay de verdad en los personajes que estos dos grandes directores han creado en torno a ellos mismos por medio de declaraciones confusas y desequilibrantes. Las máscaras del héroe pueden ser muy diversas, pero debemos ver a través de ellas.
Saludos!!

Rosenrod dijo...

Hola, Daniel, bienvenido.

Lo cierto es que se trata de uno de los temas eternamente polémicos y que siempre están ahí: ¿hasta qué punto debe pesar el personaje público en la valoración de una obra artística? Eso da para una buena discusión y un buen puñado de posts, estoy convencido.

Yo también veo esa semejanza cada vez mayor con Ford: cuando uno ve las últimas películas de Eastwood, se percibe un estilo más cercano al del viejo maestro que al de Leone (no olvidemos que la evolución de éste pareció ir más hacia una cierta grandilocuencia, como demostró en su testamentaria "Érase una vez en América", y en cambio Eastwood va más hacia la elegancia, hacia la economía formal). Y, de hecho, creo que también mantiene más filiación con Siegel (al que en verdad ha reconocido siempre como maestro, a Leone le agradece más bien el haber confiado en él) que con el italiano. Pero las semejanzas son más bien, creo yo, en una actitud artística que tiene mucho también de actitud moral (si es que se permite el uso de esa palabra, tan manoseada y por eso mismo tan hueca últimamente).

Y creo que hay algo que sí diferencia a Clint de Ford, y es su capacidad para hacerse cargo de más facetas creativas que éste, como demuestra en el caso de llegar a hacerse cargo de las bandas sonoras de sus películas (que son, además, un buenísimo ejemplo de economía de medios y utilización). Pero es indudable que es en su faceta pública, en ese cúmulo de contradicciones, donde encuentran mayores similitudes.

Un saludo!

Pol dijo...

Antes de nada gran artículo...

Bueno pues no me voy a extender, solo decir que yo soy de los que tras ver un películón como Mystic River...en realización, interpretación, guión...Lo siento mucho, pero si hay algo que a mi me deja regustillo a fascismo , como así me sucedió, la opinión acerca del film cae en picado.

No pretendo crear polémica, como en anteriores ocasiones...así que como gustos colores...Pol dixit.

Saludos! Grandes artículos, aunque no los comente todos ;)

Rosenrod dijo...

Pues ahí queda dicho, Pol.

Gracias

Anónimo dijo...

holas a todos,

vaya parrafadas, muy interesantes y con criterio pero... jeje leerlas en la pantalla cuesta.

Respecto al final de Mystic yo opino como Rosenrod, que Bacon no va a delatar a su amigo, y que la cosa se va a quedar entre ellos.

Y una cosa que qúería comentar y que recuerdo de Million Dollar y es que ¿a nadie se le hizo raro el final? Me explico, Clint se mete en un bar que se llamara Ira Free o algo así, y aunque ya es sacar puntas al gato, no creo que fuese a la ligera, y lo veo como un mensaje de apoyo al ira. ¿qué os parece mi apreciación? Alguno más la tuvo? Si tenéis la pelic, mirar a ver como se llamaba el bar.

Un saludo.

Rosenrod dijo...

Hola, Al. Sí, a veces se le van a uno los dedos sobre el teclado... en fin, es lo que tiene cuando uno se deja llevar.

Respecto a lo del bar... pues la verdad, no me he fijado, ¡y eso que la he visto ya unas cuantas veces!. La próxima vez estaré atento, porque lo cierto es que no he reparado en el nombre del bar.

Un saludo, y bienvenido!

Anónimo dijo...

No estoy muy de acuerdo en que en Mistyc River haya fascismo; en todo caso se muestra que lo hay pero para nada creo que se defienda o se deje de defender; lo cual tampoco hubiera sido malo. En cualquier caso, aunque se pueda interpretar la película políticamente creo que es más un análisis sobre la condición humana y las sociedades, más que sobre política. Sobre como el clan tiene más fuerza que el individuo

Y obviamente, Bacon se lo calla y no piensa decir nada

Saludos!

Rosenrod dijo...

Creo que lo resumes muy bien en esa frase, Ysi: en "cómo el clan tiene más fuerza que el individuo". Estoy de acuerdo en que ésa es una de las líneas fuerza de la película.

Un abrazo!

Anónimo dijo...

Creo que Clint E. se equivocóa, quiso, como siempre, dar autonomía al individuo pero esa aurtonomía no puede llegar ala punto de justificar el delito y la injusticia.

Esta cienta defiende la conducta mafiosa, no el derecho a la venganza.

Y ya sea una obra de arte o no, el contenido debe juzgarse, para que, dejando a un lado la valoración artística, se aprecien o desprecien los valores que nos ofrece.