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01 septiembre 2007

MINUTOS MUSICALES (I)


Hay una parte de la cinefilia que me atrae muchísimo, a pesar de no poder considerarme un experto en ella, y es la de las bandas sonoras. Tantas veces repetimos que el cine es ante todo imagen, que nos olvidamos de que, sin la música, mucho de lo que vemos en la pantalla carecería de sentido, o nos transmitiría otras sensaciones.

Con este post, comienzo una serie de entregas mensuales con las piezas de música de cine que más me van llamando la atención. Evidentemente, ni pretende ser algo exhaustivo ni un marchamo de calidad: se trata, sencillamente, de algo intuitivo, de una simple enumeración de algunas melodías que han seguido vivas en mí después de que se encendieran las luces de la sala. Si además coincido con vuestro gusto, perfecto; en definitiva, de eso es de lo que va este blog, ¿no?

Sin embargo, no quiero empezar sin hacer el obligado reconocimiento a dos blogs que frecuento y que ya se ocupan de las bandas sonoras. Por un lado, el veterano El día del cazador, donde el Reverendo lleva ya mucho tiempo glosando partituras imprescindibles. Por otro, el formato que ha inspirado esta sección, el que sigue el blog de Cineahora en su personal antología de bandas sonoras. Valga esta sección que ahora arranca como mi personal y modesta contribución a este repaso.

Y sin más, dejémonos de cháchara: la orquesta ya está terminando de afinar, y comienza la sesión.


ECOS DEL ESTE

Paul Cantelon firma la parte del león de una película extraordinaria, Everything Is Illuminated (Todo está iluminado), la opera prima de Lev Schreiber, ese actor que, además de bueno, atractivo y compañero de Naomi Watts, resulta que, para colmo, es buen director (¿hay justicia en este mundo? ¡Qué mal repartida está la suerte, madre!)

La BSO, además de un puñado de temas de varios intérpretes que soportan la, digamos, versión más kusturicante de la película, propone un viaje de la comedia a la tragedia, de lo luminoso a lo triste, y para ello s
e apoya en una partitura llena de ecos de la música judía europea del Este, que incluso cuando es más bailable no deja de lado una cierta melancolía. Como muestra, he seleccionado este tema, que recoge la melodía principal, y que en cierta forma resume todos los registros de la película. Una maravilla.

Paul Cantelon, Odessa Medley. BSO Everything Is Illuminated (2005) (3:53 min.)




LA DESGRACIA INEVITABLE

Como ya hiciera con la primera entrega, John Murphy regaló, para el score de 28 semanas después, una partitura que huye de los clichés más sobados del cine de terror para ofrecer una BSO que redunda en el sentimiento de destino, de inevitabilidad, de lo que les sucede a los protagonistas de la película. Mezclando a la perfección sintetizadores y guitarras eléctricas, esta variante del tema principal atrapa el espíritu de una cinta más que digna, que logró sacudirse de encima la condición de mera secuela.

John Murphy, Don Abandons Alice. BSO 28 Weeks Later (2007) (2:59 min.)


UN MECANISMO DE RELOJERÍA

Y, para despedir esta primera entrega, no podía faltar la que es una pieza indispensable de una de las mejores películas de lo que llevamos de año (que ya es mucho): la partitura de John Powell (¡ojo con este tío!) para la última entrega de la saga Bourne, El ultimatum de Bourne, perteneciente a ese tipo de BSOs invisibles sin las que sería imposible que el resultado funcionase. Una auténtica joya del cine de acción en la que Paul Greengrass, su director, obra maravillas con el uso inteligente del montaje y una música adrenalítica que mantiene al espectador alerta de lo que sucede en pantalla. Con un recurso a la percusión y al ritmo que desdeña los trucos fáciles, el score de la película, como demuestra esta larga suite en torno a la, para mí, mejor secuencia de la cinta, la caza del periodista en la estación londinense de Waterloo, debería convertirse en una de las de referencia del género.

John Powell, Waterloo. BSO The Bourne Ultimatum (2007) (10:38 min.)

23 abril 2007

EL SOL Y EL GORRIÓN



Sunshine es una buena película que sería memorable si no contuviera veinte minutos que se acercan peligrosamente al bochorno (y no precisamente por la cercanía del Sol). Y la irregular La vida en rosa contiene algunas escenas en las que Edith Piaf logra hacerse presente a través de la portentosa Marion Cotillard.

[+] Mi crítica de Sunshine en LaButaca.net

[+] Mi crítica de La vida en rosa en LaButaca.net

03 febrero 2007

ADORO A JENNIFER HUDSON



Ni Beyoncé, ni Eddie Murphy, ni Jamie Foxx... Bill Condon, sin el que no existiría este blog, nos regala en Dreamgirls el descubrimiento de Jennifer Hudson, la Rosa estadounidense. Aún tengo la carne de gallina tras oírle cantar And I Am Telling You I'm Not Going.

[+] Mi crítica en LaButaca.net

[+] Dreamgirls. Crítica y reseña, en ¿Y si esta vez te quedaras?
[+] Crítica: "Dreamgirls", en Cineahora
[+] 3, 2, 1... ¡música!, en Arcadia
[+] Las Supremas de Condon, en El séptimo cielo
[+] Refulgente show, en Silencio, se rueda

21 septiembre 2006

PROFESOR LOACH

Puede decirse que existen, a grandes rasgos, dos Ken Loach: por un lado, está el cronista de la lucha diaria de los habitantes por sacar la cabeza en los barrios y ciudades depauperadas de una Inglaterra entregada con ardor al neocapitalismo (corriente en la que se integrarían títulos como Ladybird Ladybird, Lloviendo piedras o Dulces dieciséis); y otro, el que podríamos llamar "Loach didáctico", empecinado en un gran proyecto explicativo de por qué el sueño de la revolución socialista se esfumó en la Europa del siglo XX.

Este último Loach es el que firmó Tierra y libertad y es el que ahora nos trae El viento que agita la cebada, sorpresiva ganadora de la Palma de Oro en el último Festival de Cannes, y que ha levantado una auténtica tormenta en su país de origen, al situarse en la lucha por la independencia irlandesa y la posterior guerra civil, un período aún hoy poco menos que tabú en el reino de Su Graciosa Majestad.

Y sin embargo, cuando uno termina de ver la larga epopeya centrada en dos hermanos que luchan codo con codo contra los ocupantes británicos para luego verse enfrentados por sus posiciones contrapuestas respecto al primer tratado de autonomía, es inevitable la sensación de que, en realidad, bajo esta historia evidente late otra, la que verdaderamente Loach quería contar, y que la hermana profundamente con su película de la Guerra Civil española: si en ésta se nos narraba la purga de los troskistas en el bando republicano, a manos de los comunistas teledirigidos por Stalin, en ésta toma partido por el bando que no se conforma con una independencia que mantenga los viejos privilegios de los ricos, sino que quiere ir más allá para conseguir no sólo una Irlanda independiente del Imperio Británico sino, además, una Irlanda socialista.

Tanto unos como otros tienen en común el hecho de que fueron los perdedores en sus respectivos escenarios, en una época convulsa en la que la semilla revolucionaria prendía en cada rincón de Europa. Y así, El viento que agita la cebada se convierte en una auténtica película de tesis, lo que acaba derivando en problemas que impiden que la cinta levante el vuelo y supere el aprobado raspado, lo que hace más irónico que sea precisamente por ésta por la que se haya llevado un galardón como el de Cannes, que podía haber ganado por otras cintas bastante mejores en pasadas ediciones.

El maniqueísmo que se ha señalado como principal defecto en las películas de Loach, justificado en muchas ocasiones por su nada escondida posición ideológica y por ese mismo afán didáctico, llega en esta ocasión al paroxismo, presentando al ejército británico como una auténtica jauría de fieras sin ningún rasgo humano, bestias asesinas capaces de matar a un chico sólo porque se niega a dar su nombre en inglés, crueles hasta el extremo a la hora de torturar a un preso y malvadas por definición.

Algo que, por otro lado, ha sido siempre así en las películas que hablan de las nacionalidades oprimidas por los ingleses en sus propias islas (y si no, ahí tenemos ejemplos del cine comercial como Braveheart o Rob Roy), pero que en esta ocasión chirría desde el momento en el que se nos cuenta que el bando pro-Tratado pasa a ser armado y utilizado por los ingleses para hacerles el trabajo sucio y reprimir a los independentistas: les vemos utilizar las mismas cárceles, uniformes y métodos, fusilar a los que hasta entonces fueron sus compañeros... pero en su caso sus rasgos siguen siendo humanos; hacen lo mismo que los ingleses, pero ellos no son bestias, porque son irlandeses. Una trampa demasiado evidente, que resta contundencia a la manera en como se nos transmite el mensaje.

A pesar de demostrar en numerosas escenas que Loach sigue siendo un gran cineasta, con esa planificación tan personal de las secuencias, construidas con planos abiertos que buscan ir más allá del personaje individual para hablarnos del colectivo, hasta el punto de que el protagonista, Cillian Murphy, tiene sólo algo más de presencia que el resto de sus compañeros, la película, a pesar de utilizar la crónica épica para construir su discurso, no emociona quizá, en parte, por esa evidencia del truco. Y esa falta de identificación con los protagonistas resulta más sorprendente si tenemos en cuenta que Loach y su guionista, Paul Lavery, son maestros en construir personajes con los que el espectador simpatiza desde un primer momento y permite que veamos el mundo a través de su mirada, exactamente la misma de su director (y si no, basta con recordar los estupendos resultados que al respecto obtenía en Mi nombre es Joe o Riff-Raff).

Para nosotros, que observamos la historia de la lucha de Irlanda por su independencia desde una posición de meros espectadores, El viento que agita la cebada carece de la capacidad revulsiva que ha demostrado en su país de origen (y, por lo que se ve, en Cannes, cuyas Palmas de Oro llevan varios años bastante descafeinadas) y se queda, así, en una película "típica" de Loach, en la que los aciertos no deslumbran y los puntos débiles pesan demasiado.

Sólo cabe esperar que no sea un signo de agotamiento: al fin y al cabo, lo mismo le sucedió con La canción de Carla, y luego logró remontar el vuelo.

EL VIENTO QUE AGITA LA CEBADA. The Wind That Shakes the Barley. Alemania, Italia, España, Francia, Irlanda, Reino Unido, 2006. Color, 127 min. Director: Ken Loach. Intérpretes: Cillian Murphy, Padraic Delaney, Liam Cunningham, Gerard Kearney, William Ruane. Guión: Paul Laverty. Fotografía: Barry Ackroyd. Música: George Fenton. Producción: Rebecca O'Brien, Redmond Morris. Vista en: Cine.

[+] El viento que agita la cebada, en Pelisbilbao

30 agosto 2006

...Y AHORA, ¿DÓNDE DESAYUNAMOS?

A veces, la realidad se conjuga con la ficción para ofrecer curiosos resultados. Que el estreno en España de Desayuno en Plutón, la última película de Neil Jordan, coincidiese con el desposeimiento de su condición de planeta, tiene algo de simbólico. No en vano Patrick Braden, conocido en el mundo como Patricia 'Kitten' Braden (o, abreviadamente, como Saint Kitten), protagonista de la película, intentará durante su metraje encontrar a la madre que le abandonó y, por extensión, un lugar donde poder existir, ajeno a los problemas, que bien podría ser el Plutón donde la canción de Don Partridge promete desayunar. Una esperanza que va guiando sus pasos hasta un final bastante feliz, dadas las circunstancias, y que en realidad no es más que una ilusión tan grande como el hecho de considerar a Plutón un planeta...

Pero, para cuando llega ese momento y los petirrojos parlanchines (uno de ellos llega a citar, en un píar subtitulado, a Oscar Wilde para afirmar que "adoro hablar sobre nada. Es la única cosa de la que sé algo") que nos dieron la bienvenida al principio de la película se alejan volando y dan paso a los títulos de crédito, nos queda la satisfacción de haber reencontrado algo que habíamos dejado en algún lugar que no recordamos, que a veces creemos ver pero que no acabamos de recuperar: un Neil Jordan en plena forma, que nos regala otra historia sobre personajes obligados a mantenerse y permanecer fieles a su identidad en un entorno hostil (¿qué otra cosa les sucedía a los protagonistas de Juego de lágrimas, Entrevista con el vampiro o, incluso, a esa película tan pequeña y simpática que era El buen ladrón?).

Y para la ocasión, nada mejor que buscar compañía, y Jordan la consigue de primera, empezando por el protagonista, un Cillian Murphy que crece a pasos agigantados con cada nueva película, que aquí demuestra por qué se mereció la nominación a un Globo de Oro, y que da toda una lección de cómo no basta vestirse de mujer para construir un personaje tan creíble, humano y entrañable como este chico travestido que sufre los rigores de ser adoptado y crecer demasiado distinto en la asfixiante y convulsa Irlanda del Norte de los sesenta y primeros setenta.

Su presencia a lo largo de la película es magnética, divertida, y va ejerciendo de catalizador de la transformación de los personajes con los que se va cruzando, encarnados algunos de ellos por actores-fetiche del cine de Jordan: Liam Neeson (parece que la sotana se hubiese hecho para él), Stephen Rea en el papel de un mago capaz de ilusionarse a sí mismo tanto como a su público, un bruto y divertido Brendan Gleeson, que en apenas cinco minutos de interpretación se nos queda grabado a fuego, o un Brian Ferry en la más corta y canalla de sus encarnaciones.

El resto de los actores son también de diez, la banda sonora (otro de los sellos de la casa) engarza canción tras canción genial, todas perfectamente colocadas, para llevarnos a las alcantarillas de un Londres que brillaba con el fulgor del glam mientras el IRA llegaba a arrasar una discoteca con una bomba... Dura y triste pero, curiosamente, contagiosa por la vitalidad de su protagonista, a Desayuno en Plutón quizá se le podría poner un único pero, y es la ligeramente excesiva duración... nada terrible que nos impida disfrutar de varios momentos memorables.

¡Cuánto te hemos echado de menos, Neil! Esperemos que hayas vuelto para quedarte...

DESAYUNO EN PLUTÓN. Breakfast on Pluto. Irlanda, Reino Unido, 2005. Color, 135 min. Director: Neil Jordan. Intérpretes: Cillian Murphy, Liam Neeson, Ruth Negga, Laurence Kinlan, Stephen Rea, Brendan Gleeson, Gavin Friday, Ian Hart. Guión: Neil Jordan, basado en la novela de Pat McCabe. Fotografía: Declan Quinn. Música: Anna Jordan. Producción: Neil Jordan, Alan Moloney, Stephen Woolley. Vista en: Cine.

[+] Red Stovall, en Blog de cine