
Hay una parte de la cinefilia que me atrae muchísimo, a pesar de no poder considerarme un experto en ella, y es la de las bandas sonoras. Tantas veces repetimos que el cine es ante todo imagen, que nos olvidamos de que, sin la música, mucho de lo que vemos en la pantalla carecería de sentido, o nos transmitiría otras sensaciones.
Con este post, comienzo una serie de entregas mensuales con las piezas de música de cine que más me van llamando la atención. Evidentemente, ni pretende ser algo exhaustivo ni un marchamo de calidad: se trata, sencillamente, de algo intuitivo, de una simple enumeración de algunas melodías que han seguido vivas en mí después de que se encendieran las luces de la sala. Si además coincido con vuestro gusto, perfecto; en definitiva, de eso es de lo que va este blog, ¿no?
Sin embargo, no quiero empezar sin hacer el obligado reconocimiento a dos blogs que frecuento y que ya se ocupan de las bandas sonoras. Por un lado, el veterano El día del cazador, donde el Reverendo lleva ya mucho tiempo glosando partituras imprescindibles. Por otro, el formato que ha inspirado esta sección, el que sigue el blog de Cineahora en su personal antología de bandas sonoras. Valga esta sección que ahora arranca como mi personal y modesta contribución a este repaso.
Y sin más, dejémonos de cháchara: la orquesta ya está terminando de afinar, y comienza la sesión.

Paul Cantelon firma la parte del león de una película extraordinaria, Everything Is Illuminated (Todo está iluminado), la opera prima de Lev Schreiber, ese actor que, además de bueno, atractivo y compañero de Naomi Watts, resulta que, para colmo, es buen director (¿hay justicia en este mundo? ¡Qué mal repartida está la suerte, madre!)
La BSO, además de un puñado de temas de varios intérpretes que soportan la, digamos, versión más kusturicante de la película, propone un viaje de la comedia a la tragedia, de lo luminoso a lo triste, y para ello se apoya en una partitura llena de ecos de la música judía europea del Este, que incluso cuando es más bailable no deja de lado una cierta melancolía. Como muestra, he seleccionado este tema, que recoge la melodía principal, y que en cierta forma resume todos los registros de la película. Una maravilla.
Paul Cantelon, Odessa Medley. BSO Everything Is Illuminated (2005) (3:53 min.)

LA DESGRACIA INEVITABLE
Como ya hiciera con la primera entrega, John Murphy regaló, para el score de 28 semanas después, una partitura que huye de los clichés más sobados del cine de terror para ofrecer una BSO que redunda en el sentimiento de destino, de inevitabilidad, de lo que les sucede a los protagonistas de la película. Mezclando a la perfección sintetizadores y guitarras eléctricas, esta variante del tema principal atrapa el espíritu de una cinta más que digna, que logró sacudirse de encima la condición de mera secuela.
John Murphy, Don Abandons Alice. BSO 28 Weeks Later (2007) (2:59 min.)
UN MECANISMO DE RELOJ
ERÍA
Y, para despedir esta primera entrega, no podía faltar la que es una pieza indispensable de una de las mejores películas de lo que llevamos de año (que ya es mucho): la partitura de John Powell (¡ojo con este tío!) para la última entrega de la saga Bourne, El ultimatum de Bourne, perteneciente a ese tipo de BSOs invisibles sin las que sería imposible que el resultado funcionase. Una auténtica joya del cine de acción en la que Paul Greengrass, su director, obra maravillas con el uso inteligente del montaje y una música adrenalítica que mantiene al espectador alerta de lo que sucede en pantalla. Con un recurso a la percusión y al ritmo que desdeña los trucos fáciles, el score de la película, como demuestra esta larga suite en torno a la, para mí, mejor secuencia de la cinta, la caza del periodista en la estación londinense de Waterloo, debería convertirse en una de las de referencia del género.
UN MECANISMO DE RELOJ

Y, para despedir esta primera entrega, no podía faltar la que es una pieza indispensable de una de las mejores películas de lo que llevamos de año (que ya es mucho): la partitura de John Powell (¡ojo con este tío!) para la última entrega de la saga Bourne, El ultimatum de Bourne, perteneciente a ese tipo de BSOs invisibles sin las que sería imposible que el resultado funcionase. Una auténtica joya del cine de acción en la que Paul Greengrass, su director, obra maravillas con el uso inteligente del montaje y una música adrenalítica que mantiene al espectador alerta de lo que sucede en pantalla. Con un recurso a la percusión y al ritmo que desdeña los trucos fáciles, el score de la película, como demuestra esta larga suite en torno a la, para mí, mejor secuencia de la cinta, la caza del periodista en la estación londinense de Waterloo, debería convertirse en una de las de referencia del género.
John Powell, Waterloo. BSO The Bourne Ultimatum (2007) (10:38 min.)