
¡Si es que no se pueden comprar las cosas sin mirar! Acudo a una abarrotada Fnac en busca de algún DVD con el que regalarme las Navidades, y mis ojos se fueron a Mi vecino Totoro. Mi duda fue con qué versión quedarme. Tenía ante mí la sencilla, de un solo disco, y otra caja muy mona, y sensiblemente más cara, cuyo contenido curiosamente no aparecía por ningún sitio. Iluso de mí, fue con la que me quedé, pensando que tenía un muñequito o algo así... Pues ni muñequito ni nada, una agenda no demasiado elaborada y más pensada para el público infantil (obviamente). Conclusión: soy una víctima de la sociedad de consumo, y me está bien empleado.