
Este fin de semana murió uno de los personajes más representativos de nuestro cine; aunque, a buen seguro, el nombre de Emilio Ruiz apenas dirá nada a la mayor parte de los cinéfilos. De hecho, tengo que reconocer que, hasta que no tuve la oportunidad de ver, en el 2004, la estupenda exposición sobre su obra que alojó la Fundación Canal de Madrid, yo tampoco tenía la menor idea de quién era en realidad: un auténtico mago de la imagen.
En unos tiempos en los que la pregunta de "¿Cómo lo habrán hecho?" ante un truco visual en la pantalla ha perdido casi todo su significado por la irrupción de la tecnología digital, que hace posible prácticamente todo, resulta aún más increíble valorar la labor de alguien como Emilio Ruiz. Trabajó en películas tan señeras como Lawrence de Arabia, 55 días en Pekín, Doctor Zhivago, Patton, Conan el bárbaro (y su secuela, Conan el destructor) o Dune; en cintas españolas como La niña de tus ojos (para la que reconstruyó, simplemente pintándolos sobre un cristal, los míticos estudios berlineses de la UFA destruidos en la Segunda Guerra Mundial), Soldados de Salamina, o incluso en El laberinto del fauno (suya es la ciudadela que aparece en la secuencia de apertura), y su magia se hacía notar en la construcción de maquetas y, sobre todo, en lo que fue su auténtica marca personal: el plano imposible.
¿Qué es el plano imposible? Simplificando mucho, un juego con las perspectivas, en el que se colocan objetos de muy diverso tamaño, haciéndolos parecer mayor o menor según nuestros intereses, y combinándolo con un escenario real. Para entenderlo mejor, fijaos en la siguiente imagen, un fotograma extraído de Soldados de Salamina:

Desde luego, no podría haber una imagen más real de un barco anclado en un muelle, con una pasarela por la que acceden los personajes, todo bien iluminado por la luz solar y proporcionado. O... espera, ¿no será todo un truco? ¿No será más bien algo como... esto?:

Pues sí, todo es falso: el barco, el muelle... sólo la pasarela y los personajes son reales, el resto se construye al tamaño adecuado y después se coloca en el lugar preciso para que se pueda crear la ilusión de la perspectiva.
Impresionante, ¿verdad? Pues hay muchos más ejemplos. Como, por ejemplo, éste de la película Dune, en la que de una gran nave descienden unos mandatarios ante unas tropas en perfecta formación. Una estampa realmente epatante...

...de la que sólo es real la puerta y la escalinata: el resto es una maqueta colocada a la distancia adecuada, en la que la puerta, situada mucho más lejos, es encajada con el juego de la perspectiva, un truco que ya conocían los genios del Renacimiento:

Hay infinidad de ejemplos más de su trabajo, que también incluyó spots publicitarios y series de TV. Si queréis conocerlos, podéis visitar su web, de la que he tomado estas imágenes. De verdad que merece la pena, aunque sólo sea por conocer a uno de nuestros talentos, un verdadero creador que vivía en el casi anonimato en el que trabajan muchas de las personas más válidas que se mueven en nuestra industria. Precisamente, las que hacen que la expresión "la magia del cine" sea algo más que una manida frase hueca.
[+] Emilio Ruiz del Río: un mago de los efectos especiales, en Cineahora