Como alguno de vosotros habréis comprobado a través de mis hábiles escaqueos (y por los que me adelanto a pedir disculpas), no soy muy amigo de los memes. Sin embargo, he considerado que, por una vez y sin que sirva de precedente, estaba bien ceder a uno. El amigo Rutenman me dio la oportunidad al plantear la exposición de seis rarezas, aunque me he permitido la licencia de adaptarla un poco a la temática de este blog (porque si de rarezas personales hablamos, temo que habría que abrir directamente un nuevo blog, de interés perfectamente descriptible, por cierto, exclusivamente dedicado a ello). Así que ahí van mis seis rarezas (más o menos) cinéfilas, que en algún caso, lo sé, me costarán ser expulsado del Cielo de los Amantes del Cine (y que no está, os lo aseguro, en ninguna multisala de centro comercial).
Hala, vamos con ello:
- Considero La lista de Schindler una obra menor. Hala, la primera en la frente: ya sé que, para la mayor parte de la gente, La lista... es la cumbre de la filmografía de Spielberg. Sin embargo, para mí, es un producto hábil pero lleno de trampas que está más cerca de Amistad (que no entiendo se denosta tanto cuando la otra se ensalza) que de la, para mí, verdadera obra maestra de su director: El imperio del sol (una película por la que, por cierto, tengo verdadera devoción e, incluso, algo de obsesión personal).
- No soporto La huella. Laurence Olivier me parece cargante y engreído, y Michael Caine medio memo. Me aburre soberanamente, y escalofríos me da con lo de que vayan a hacer un remake con Caine y Jude Law.
- No soporto a Godard. Vale, será un genio, pero me parece la quintaesencia de lo que menos aguanto: el grupillo de intelectualoides que pretende hurtar al resto de los mortales el disfrute del arte cinematográfico, colocándose como intermediarios que dicen cómo debe ser y cómo no. Afortunadamente, el propio hecho de que el cine sea un arte eminentemente popular ha logrado salvarlo de esta peste que sí que ha invadido a las artes plásticas, en las que unos pocos (muy pocos, para colmo) ponen y quitan etiquetas a su antojo.
- Me gustan Tarkovski y Lynch. Y sí, me doy perfecta cuenta de que este punto contradice al anterior. Pero cualquier obra de estos dos, gusten o no, contienen una búsqueda más sincera y arriesgada que la del infuloso francés.
- Mis héroes cinematográficos son Lilo y Stitch. Los tengo en muñecos, en libros, en carteles, en BSO... Desde que me salvaron una tarde depresiva de verano, no puedo por menos que sentirme identificado con su situación de apartados, de raros... (evidentemente, hablo sólo de la primera película, dejo fuera las infames continuaciones y series de TV).
- Critiqué durante meses a la gente que escribía en blogs. Me parecía una pérdida de tiempo: ¿qué podía añadir uno escribiendo en un blog, más que complacer su autoestima? Huelga decir que esto me duró hasta que empecé mi propio blog: y no os podéis imaginar lo que me alegro de haberlo hecho, es de las pocas cosas buenas que puedo contabilizar de los últimos meses. ¿Mi autoestima? Pues igual de mal, o de fluctuante, pero al menos me esfuerzo en intentar hacer algo que pueda tener interés para alguien. Que lo consiga o no, ya es otro cantar...
Pues bien: ahí queda. Supuestamente, debería señalar ahora acusatoriamente a tres desgraciados para que lo continúen, pero mi ataque de hipocresía no llega a tal extremo. Si alguien se anima, bien; si no, pues también. Y en todo caso, disculpas por este pequeño desliz personal.
(ya sé que ni es Navidad ni Guizmo tiene nada que ver con este post, pero... ¿a que luce mono?)