Por edad, sólo he tenido una ocasión de ver una película de estreno de Ingmar Bergman en el cine. Fue Saraband, y fue hace dos años. Hasta entonces, su obra había sido carne de ciclos en la Filmoteca y en el colegio mayor, de películas emitidas en televisión a horas intempestivas (cuando aún podían verse esas cosas en la caja tonta) y, más tarde, de DVDs. Recuerdo la sensación especial al sentarme en la sala de los Verdi, algo extraño como si, a través de un agujero espacio-temporal, uno de esos mitos que uno tiene ya perfectamente ubicados en el pasado se hubiese despegado para incrustarse en nuestro presente, en color y perfecto formato digital (curiosamente, el maestro había decidido, en las últimas décadas, negarse a filmar para el celuloide; no deja de ser llamativo que, en una época en la que abundan las proclamas apocalípticas sobre el hundimiento de la televisión, fuera Bergman uno de los mayores defensores de la pequeña pantalla).
Y es cierto que, desde el primer momento, uno sabía que se sumergía en un universo reconocible, que regresaba desde aquellas sesiones de cinéfilo despistado para recibir una nueva e inesperada dosis de Cine: imposible no quedarse subyugado cuando Marianne, el personaje de Liv Ullman, contempla el despertar de su ex marido Johan (Erland Josephson); y del mismo modo, la forma en cómo se va desarrollando la película, como pasos de baile de la zarabanda que le da título, rodando de una manera pseudo teatral a los personajes prácticamente de dos en dos a lo largo de diez capítulos, te va desplegando las tensas relaciones entre Johan y Marianne, que ha venido a verle después de muchos años, y entre el hijo de éste, Henrik, y su hija Karin, un microcosmos en el que pronto las relaciones de amor y cariño se tornan pulsos de poder en los que siempre alguien subyuga al otro, y en los que los lazos de la sangre terminan no siendo otra cosa que títulos de propiedad sobre los que te rodean.
Y lo más desconocertante fue comprobar cómo, al final del camino, cualquier atisbo de redención, de fe, de esperanza en algo divino que nos libere del sufrimiento que la vida y nosotros mismos nos infligimos, había desaparecido. Si Saraband refleja los pensamientos que poblaban la mente de Bergman cuando este lunes murió en su refugio de Faro, entonces el descreimiento, la falta de asideros, es total. Y si una imagen lo refleja con más contundencia es la de los cuerpos, desnudos, ajados, ancianos, de Ullman y Josephson, el símbolo de que ni el arte ni la fe ni la belleza lograrán salvarnos.
Era una película desoladora pero, a la vez, tremendamente bella. Y Bergman demostró, en su canto del cisne, porqué fue uno de los grandes: porque supo poner en imágenes el miedo y las preguntas que nos acechan; y eso, paradójicamente, nos hace sentirnos menos solos. Y ni siquiera nos importa que eso sea un falso consuelo.
Y es cierto que, desde el primer momento, uno sabía que se sumergía en un universo reconocible, que regresaba desde aquellas sesiones de cinéfilo despistado para recibir una nueva e inesperada dosis de Cine: imposible no quedarse subyugado cuando Marianne, el personaje de Liv Ullman, contempla el despertar de su ex marido Johan (Erland Josephson); y del mismo modo, la forma en cómo se va desarrollando la película, como pasos de baile de la zarabanda que le da título, rodando de una manera pseudo teatral a los personajes prácticamente de dos en dos a lo largo de diez capítulos, te va desplegando las tensas relaciones entre Johan y Marianne, que ha venido a verle después de muchos años, y entre el hijo de éste, Henrik, y su hija Karin, un microcosmos en el que pronto las relaciones de amor y cariño se tornan pulsos de poder en los que siempre alguien subyuga al otro, y en los que los lazos de la sangre terminan no siendo otra cosa que títulos de propiedad sobre los que te rodean.
Y lo más desconocertante fue comprobar cómo, al final del camino, cualquier atisbo de redención, de fe, de esperanza en algo divino que nos libere del sufrimiento que la vida y nosotros mismos nos infligimos, había desaparecido. Si Saraband refleja los pensamientos que poblaban la mente de Bergman cuando este lunes murió en su refugio de Faro, entonces el descreimiento, la falta de asideros, es total. Y si una imagen lo refleja con más contundencia es la de los cuerpos, desnudos, ajados, ancianos, de Ullman y Josephson, el símbolo de que ni el arte ni la fe ni la belleza lograrán salvarnos.
Era una película desoladora pero, a la vez, tremendamente bella. Y Bergman demostró, en su canto del cisne, porqué fue uno de los grandes: porque supo poner en imágenes el miedo y las preguntas que nos acechan; y eso, paradójicamente, nos hace sentirnos menos solos. Y ni siquiera nos importa que eso sea un falso consuelo.
Saraband
Suecia, 2003 107 min.
Escrita y dirigida por Ingmar Bergman
Interpretada por Liv Ullman, Erland Josephson, Börje Ahlstedt, Julia Duvfenius, Gunnel Fred
Montaje de Sylvia Ingemarsson
Fotografía de Raymond Wemmenlöv, Per-Olof Lantto, Sofi Stridh, Jesper Holström, Stefan Eriksson
Producida por Pia Ehrnvall
Suecia, 2003 107 min.
Escrita y dirigida por Ingmar Bergman
Interpretada por Liv Ullman, Erland Josephson, Börje Ahlstedt, Julia Duvfenius, Gunnel Fred
Montaje de Sylvia Ingemarsson
Fotografía de Raymond Wemmenlöv, Per-Olof Lantto, Sofi Stridh, Jesper Holström, Stefan Eriksson
Producida por Pia Ehrnvall
10 comentarios:
Que gusto pasarme por aquí de nuevo y poder inundarme de las imágenes que describes.
Un beso Rosenrod.
Esa es la escena que más se me quedó grabada de Saraband, la de Johan y Marianne desnudos en la cama. Pienso que Bergman, tras morir su mujer, se volvió un escéptico total. Leí en alguna parte que la foto de la nuera de Johan que aparece en la película, era en realidad la de Anna, la esposa fallecida de Bergman (creo que se llamaba Anna).
Yo ni siquiera tuve paciencia de ver "Saraband" en el cine. Creyendo que no la iban a estrenar en salas comerciales, la conseguí un año y medio antes por vías alternativas y harto indecorosas.
gran artículo de Berman fallecido junto con Antonioni hace poco, felicidades
saludos desde Reus
Y qué gusto recibirte de nuevo por aquí, Vade...
Lo que más impresiona, Varg, es la humanidad con la que están retratados esos personajes, incluso uno que puede llegar a ser tan desagradable por momentos como Johan (¡esa conversación con su hijo!)
Pues sí, Té, ¡menuda semanita!
Un saludo y buen fin de semana!
¡Gracias!,
Lindo comentario el que has dejado en mi blog. Claro que sí, quien busca encuentra, Rosenrod, con mucha paciencia y buen ánimo se encuentran joyas en muchos lugares, incluido internet y YouTube. Aunque esta vez el autor de la música llegó a mí como un regalo oportuno escondido entre el envío de un hermoso powerpoint de una valiosísima persona a la quiero y debo muchísimo. Y si no fuera así, si nos cansaramos de buscar sin hallar nada ¿Qué más daría? La esperanza es lo último que se pierde en esta vida, ¿no?
Tienes un hermoso blog :), me has picado la curiosidad, yo también adoro el cine y el de Bergman no es un excepción. No he tenido la fortuna de ver la última película de tu post, pero la parte que has colgado es hermosa, verdaderamente hermosa y para nada desoladora. Ayer mismo al leer tu comentario pude sentir ese abrazo al pasarme por aquí. Espero poder conseguir Saraband en DVD para poder verla lo más pronto :)
Sé que no dejaré de visitarte con frecuencia.Un gran abrazo para ti y buen fin de semana.
Semana desafortunada para el mundo del cine, Antonioni y "Michel Serrault", personas muy diferentes, pero con gran presencia en el cine, como en el caso del gran Bergman, un artista de este siglo, como reconoció el bueno de Woody Allen.
Peliculas como las suyas, nunca podremos decir que no se harán, no me gusta esa palabra, pero como con esa lucidez aún diseccionaba las relaciones humanas y la aceptación de la muerte ante la pura desnudez del ser humano; como ejemplo en su última obra, "Saraband", no me cabe la menor duda, de la enorme capacidad que difícilmente en muchos años pueda volver a verse en la pantalla grande, pantalla que por desgracia muchos no pudimos ver sus grandes obras conformándonos con la pequeña pantalla, pequeña para obras como las suyas.
Es por ello, y aún a pesar de su escaso tiempo para poder recordar o el algunos casos descubrir clásicos de este maravilloso arte, llamado cine, le recomendaría la página de una televisión local, que si parece interesada en darnos la posibilidad de (re)encontrarnos con peliculas que diferente calibre configuran la historia del cine: Es un placer poder disfrutar de obras de "Peter Ustinov" "La fragata infernal", "obras menores" como Capri o deliciosas comedias de "Stanley Donen" entre otras obras.
Por lo que si se me permite recomendarle le recomendaría la emisión para todo aquel interesado como ya he mencionado de pequeños clásicos, que seguro a más de uno, le sorprenderá gratamente, aún a pesar de tener que "conformarse" con la versión doblada, y claro está a la visión reducida de la pantalla del ordenador que se disponga, pero creo que ante un panorama lleno de programas de corazón y programación semejante, siempre es recomendable antes un buen libro o un clásico aunque el mismo no sea en pantalla grande:
Las direcciones para poder visionar la cadena "Teleasturias Digital"serían:
www.tvgratis.tv
La programación:
http://www.teleasturias.com/digital/index.php?gSec=programacion
Sin más le emplazo al programa radiofónico "noche de cine" que a punto está de comenzar, deseando no antes, unas buenas vacaciones o lo más parecido a las misma que usted se pueda tomar.
Saludos :)
la verdad es que sentí mucho su muerte.....A partir de ahora el mundo esta un poco mas vacío.
La verdad que la mirada de Bergman a sus temas estrella es de un cierto desasosiego y lo es entre otras cosas porque a la pregunta vital de "qué demonios pasa con mi vida" ( sucinto y osado resumen...lo sé) pues...le siguen respuestas casi siempre descorazonadoras (¡viva el buen rollito!)
:(
Pero...a mí me gusta este tipo que me hace pensar quiera yo o no quiera, aunque a veces no entienda una palabra de lo que me dice...¿curioso verdad?
:)
Aun la ponen en los Verdi:)
¡Bienvenida, Vanessa! No dejes de ver esta película: de verdad que merece la pena, y es un impresionante broche de oro para una carrera imprescindible.
Amigo Trancer: gracias por pasarse de nuevo por aquí. Como asturiano que soy, conozco bien la cadena; y no deja de ser curioso que, a veces, las mayores joyas que se pueden encontrar en un momento dado en la televisión están, precisamente, en esos pequeños canales. Supongo, en el fondo, porque los clásicos, según los programadores televisivos, no interesan a nadie, por lo que cuestan dos duros. Y así nos va...
Tú lo has dicho, Dark. No sé si más vacío pero, desde luego, más difícil de explicar...
Es raro, sí, pero también una prueba de que nos habla de algo que nos atañe a todos, E-Catarsis. De hecho, más críptico era Antonioni, y creo que su influencia sí que se ha apagado como una vela.
Eso ha sido lo único bueno, Peggy.
Gracias a todos!
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