21 septiembre 2008

ME CASÉ CON UN ROBOT, PERO ESTOY BIEN


«Dentro de unas décadas, los robots podrán ser más inteligentes, más hermosos, más nobles que los seres humanos. ¿De verdad cree usted que no acabaremos enamorándonos de ellos? No tengo duda de que acabará habiendo matrimonios con robots.» Una frase sorprendente, que uno enseguida relacionaría con algún visionario del tres al cuarto, pero que da la casualidad de que quien la dice es David Levy, uno de los mayores expertos en inteligencia artificial del mundo, doctor por la Universidad de Maastricht (Holanda), genio del ajedrez, presidente de la Comisión Internacional de Juegos de Ordenador, y que superaría sin problemas un casting para hacer de un personaje arquetípico parecido al suyo en cualquier película. Vamos, que hay algo en él de científico loco.

Y sin embargo, en lo que dice en la entrevista que concedió a Eduardo Suárez para el periódico El Mundo con motivo de la aparición de su libro Amor + sexo con robots, recientemente publicado en España por Paidós, hay algo especialmente inquietante, quizá porque oculta una fría lógica que, por mucho que se lleve a extremos que parecen rayar en lo imposible, no deja de reconocer en la sociedad actual carencias y problemas a los que la robótica puede encontrar fácil solución. Al fin y al cabo, si hay gente capaz de gastarse muchísimo dinero en comprarse esas perfectas y esculturales réplicas frías y sin vida que llamamos «muñecas hinchables» (que se lo digan al bueno de Lars, ahí arriba con su chica de verdad), ¿qué impedirá que, cuando la tecnología lo permita, dentro de unas cuantas décadas, las personas inviertan su dinero en tener el acompañante perfecto?

Da que pensar, y mucho; porque las derivaciones de esa idea son mareantes. Levy apenas esboza algunas, y ya nos deja intranquilos: los principales destinatarios serán «aquéllos que no tienen nadie a quien amar y nadie que les ame. Gente solitaria y miserable. Personas que no encuentran a nadie porque son tímidos, gordos, odiosos. Su vida puede cambiar de la mano de los robots.» Pero es que va más allá: ¿por qué no diseñar robots en forma de niño para que los pederastas puedan desfogarse sin dañar a ningún humano? O construir otros a los que les guste que les violen...

Y si inquie
ta es, sobre todo, porque parte de una predicción: que, hacia el 2040, podrán construirse robots indistinguibles de los seres humanos, guiados por ordenadores que ya habrán alcanzado la potencia de procesamiento del cerebro humano. Y cuyos propietarios aceptarán incluso sabiendo que el amor que aquéllos sentirán por ellos no serán más que una programación: en el fondo, es el mismo mecanismo por el que alguien paga un servicio de prostitución. Sabes que es mentira, pero si la mentira es elaborada acabas aceptándola como si fuera una verdad. ¿Qué decir de ello?

Claro que, como me decía una amiga al comentar este tema, quizá ahí don David se equivoque: si un cerebro artificial llega a alcanzar la potencia de uno humano, ¿quién puede afirmar que no surja algo parecido a la conciencia?: «Hay muchos científicos que ya dicen que los robots tendrán consciencia artificial. Esto no quiere decir que tengan capacidad de elegir ni libre albedrío pero tendrán sentimientos o al menos mostrarán de un modo verosímil sentimientos humanos como el miedo, el amor, la angustia... Y entonces, cuando crucen esa línea, la gente empezará a preguntarse cómo tratarlos.» ¿Y no es eso algo similar a nuestra conciencia, a nuestro sentimiento de que somos algo más que cosas? Mucho más cuando llega a afirmar que, en cierta manera, los robots podrían llegar a ser padres: «Yo pienso por ejemplo en una persona que tiene un robot al que le gusta su voz y su personalidad [las de su dueño]. Ese robot va a una fábrica y crea una criatura igual que tú. Ese nuevo robot será una especie de hijo para los dos. No veo ninguna razón para que esto no pase.» Aunque, aclara, para los viejos y nostálgicos amantes de la imperfección, también habrá solución, con el diseño de robots que discutan con nosotros, por ejemplo, una vez por semana. No nos vayamos a malacostumbrar con tanta felicidad...



Dice David Levy: «Lo que usted ve es un robot japonés. Es una réplica exacta de una periodista de la televisión nipona. Sus creadores reconocen que la perfección de la réplica es relativa y cifran en 10 segundos el tiempo que una persona tarda en darse cuenta de que no es una persona sino un robot. Pues bien, los mismos expertos dicen que dentro de unos años ese tiempo de reacción habrá crecido hasta los 10 minutos. Y poco a poco, cada vez más hasta que las diferencias sean imperceptibles». Una opinión difícil de rebatir viendo a este otro robot recepcionista.


Y hablando de cine...




El Che es uno de esos personajes históricos que hace tiempo que han abandonado, en el imaginario colectivo, la condición de persona mortal para convertirse en algo más, en un símbolo adorado por unos, denostado por otros. Es, en sí mismo...
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15 comentarios:

Unknown dijo...

Oye me ha encantado la entrada. De verdad, plantea cuestiones morales importantísimas.

Mar dijo...

A mi me ha dado pavor, cuando has mencionado lo de los pederastas el estómago se me ha encogido. No se hacia dónde irá el tema de los robots, seguramente Levy tiene razón, pero parece que en lugar de arreglar el mundo para que sus habitantes humanos disfrutemos de más tiempo con los nuestros (hijos, pareja, amigos, personal en general...) y la naturaleza, al final no hacemos más que descargar nuestra basura también en estas máquinas.
En fin... a mi me gustaría poder disfrutar de descubrimientos sobre el alzheimer, el sida, el cáncer... y robots que nos den calidad de vida, no uno que parezca perfecto para amar o para practicar sexo, cuando en sí el principio de la perfección está precisamente en la imperfección.
No estoy hoy yo muy "así" para pensar tanto jajajaj, será mejor que me duerma la siesta.
Me encantó la película de Lars, mira por donde.
Un besoooo

Jobove - Reus dijo...

una muy buena visión de un futuro cercano, que miedo !!!

saludos

Shiba dijo...

Detesto el tema I.A. y robots. Es algo con lo que siempre discuto con los demás. Me aterra que creemos clones de nosotros mismos e investiguemos cómo hacerlos más reales. Ya tenemos suficiente con los misterios de la humanidad como para crear subrazas metálicas...

Pilar Cita dijo...

He salido con algunos chicos que yo pensaba: Su mujer ideal es una muñeca hinchable. Por eso no me parece tan lejana la idea de parejas formadas con robots y humanos. Nuestra mente se está achicando de forma alarmante y seguimos adelante.

A la peli del Che le tengo muchas ganas.

Saludiños!

Lara dijo...

Miedo me da pensar en estas cosas.
Muuuuacks!

Rosenrod dijo...

Pues, sinceramente, lo que más me inquieta de las tesis de Levy es que me parecen absolutamente plausibles. Al fin y al cabo, él no hace más que señalar unas ansias, unas necesidades, unas carencias que ya están presentes en nuestros días, y que buscan formas de verse satisfechas... en el fondo, condenadas a la continua insatisfacción. Y es en esa capacidad de ver el presente en lo que me parece más creíble.

Al fin y al cabo, dentro de veinte, treinta... cincuenta años, ¿habremos mejorado? ¿Habrá disminuido la sensación de soledad y el ansia de sofocarla, sea por la vía que sea...? Francamente, lo dudo.

Un saludo!

Amparo dijo...

Gracias por pasarte por mi blog.


Bsus de Amp

chapete dijo...

Lo que inventan los payos!!!


No si...cada vez la realidad se parece mas a la ficcion...


gracias por tu visita!!!


chauuuuuuuuuu

Roger Crunch dijo...

Brrrrr... qué frío!

Anónimo dijo...

Ojalá dentro de 20, 30 o 50 años la sociedad abandone esta necesidad de suplantar a las personas por robots... me refiero a esa pérdida de confianza, de ilusión, de búsqueda de soluciones sin llegar a estos extremos!!!!
Besos multicolores.

Anónimo dijo...

Alberto Q.
www.lacoctelera.com/traslaspuertas

La del robot se me hace muy indiferente, de verdad. La del CHE sí me apetece verla pero con calma en mi casa en DVD y poder apreciarla tranquilamente. Me han comentado que es densa y larga... así que prefiero esa opción.

Saludos, Rosenrod. Completo post.

Rosenrod dijo...

Pues ya casi, Alberto, espérate a que estén las dos partes, y así podrás disfrutar la película tal y como fue concebida por Soderbergh, como una sola cinta de cuatro horas.

Un saludo!

Estrellita Mutante dijo...

La mayor dificultad es que mientras no conozcamos los motivos de las respuestas emocionales humanas, no seremos capaces de reporducirlas. Es decir, un robot puede fingir que se siente mal después de fallar en algo, pero ¿experimentará un sentimiento de culpa real?

e. dijo...

por lo que concierne a el Che, una opción para completar el previo (el por qué) es diarios de motocicleta