15 diciembre 2009

VOLVER A VER A UN VIEJO CONOCIDO


Vuelvo a ver, junto a los chicos de la Carlos III, a Timothy Treadwell, el protagonista de Grizzly Man, el documental de Werner Herzog que dio origen al post que, más de tres años después, sigue siendo el más visitado de este vuestro blog. Siento cómo se abren de nuevo todas las cuestiones, y en las cañas posteriores apenas tocamos todos los campos que abre su extraordinaria experiencia junto a los osos de Alaska. El ecologismo, la construcción de una personalidad, la posibilidad de comunicarse verdaderamente con los animales, la capacidad autodestructiva... Sus imágenes siguen fascinándome y, por algún motivo, verle irse con los zorros que le siguen me conmueve como la primera vez. Esto es Cine, con mayúsculas. ¡Qué cabrón eres, Werner!

3 comentarios:

Armando dijo...

Sí, ¡qué cabrón y qué grande!

¿Y la relación con Kinski?


Kinski, en su libro, fuerza la enemistad a extremos sobrenaturales. Así describe su primera conversación con Herzog: "Creo que no podría dejar de hablar ni aunque se lo propusiese. No es que hable de prisa ''hasta por los codos'', como se suele decir cuando alguien habla mucho y deprisa, escupiendo las palabras. Al contrario. Tiene una manera de hablar plúmbea, más perezosa que un sapo, minuciosa, quisquillosa, fragmentaria; de su boca brotan cascotes de palabras, que intenta retener al máximo, como si le pagaran intereses por ella. Pasa una eternidad hasta que por fin saca del cerebro uno de sus mocos mentales resecos. Luego se contonea en doloroso éxtasis, como si tuviera lleno de azúcar sus dientes podridos. Una lentísima máquina de parlotear. Un modelo anticuado, cuyo interruptor no funciona y es imposible parar, a menos que se desconecte el interruptor central de la corriente. En fin: debería partirle la cara. No, debería dejarlo inconsciente a puñetazos. Pero incluso inconsciente, seguiría hablando. Aunque le cortasen las cuerdas vocales, seguiría hablando como un ventrílocuo. Aunque le rajasen el gaznate y lo decapitasen, seguirían brotándole vaciedades de la boca, como los gases producidos por una putrefacción interior".

Durante la filmación de Aguirre, Kinski amenazará con abandonar la filmación. Sería un desastre, el enorme esfuerzo desplegado por cientos de personas totalmente desperdiciado. Herzog piensa en matarlo, un plan que mantendrá durante muchos años; de hecho, amenaza con hacerlo. Las versiones difieren. Herzog dice que está armado, Kinski dice que el que tiene un arma es él. Según el actor, Herzog le dice que le va a descargar ocho balas y que la novena va a ser para él mismo. En su libro, Kinski reflexiona: "¿Quién ha oído hablar jamás de un fusil o una pistola con nueve cartuchos?". En el libro, todo se arregla cuando el director se acerca en la noche para pedirle perdón. En el párrafo posterior, Kinski lo tachará de: "miserable, rencoroso, envidioso, apestoso a ambición y codicia, maligno, sádico, traidor, chantajista, cobarde y un farsante de la cabeza a los pies".


Esta misma tarde vuelvo a ver Grizzly Man

La última que he visto es Encounters... ¿qué nos cuéntas de las últimas?; ¿alguna otra imprescindible aparte de las clásicas?

Saludos

Anónimo dijo...

Otia ¡que ladrillo te ha quedado, Armando!

Anónimo dijo...

Vaya pues Armando!
Supongo que sabías que Werner le "ayudó" a Klaus en su libraco a tirarse adjetivos descalificativos a si mismo.. ¿?
Jaja, Estupendo.
No van a faltar documentales sobre la figura de Werner.. (la entrevista con el balazo y todo...)
en fin. Ah y para los despistados. "Policia corrupto" Nunca fué un remake!

salu3