15 mayo 2006

LA INFANCIA DESTRUIDA

¿Qué tienen en común Tarkovski y Spielberg? Aparentemente nada; sobre el papel, no parece que haya dos directores más diferentes, creadores de mundos particulares y con reglas propias. Y no sólo hablamos de sus estilos particulares, sino de los contextos en los que creaban sus obras: del cine soviético al modelo de Hollywood, de un concepto sobre todo artístico a otro que, aunque es capaz de crear verdadero arte cinematográfico, nunca levanta el ojo de los datos de taquilla...

Y sin embargo, hay dos películas en las que ambos abordan un tema, a priori, parecido: la destrucción de la infan
cia en tiempos de guerra, el arrasamiento de cualquier referente adulto, la historia de dos niños que, en un momento dado, y enfrentándose a situaciones límite, simplemente no pueden permitirse el lujo de seguir siéndolo.

El niño que Tarkovski nos muestra en La infancia de Iván, interpretado por Nikolai Burlaev, ha perdido a su madre a manos de los alemanes durante la invasión de la URSS en la Segunda Guerra Mundial. El Jimmy de El imperio del sol (Christian Bale) se ve abruptamente separado de sus padres cuando los japoneses invaden Shanghai y él es conducido a un campo de concentración.

Iván es hijo de campesinos; Jimmy, de una familia inglesa de clase alta. Los años anteriores a la guerra, en ambos casos, son años de felicidad: los flashbacks del film de Tarkovski que nos muestran a Iván con su madre tienen mucho de paraíso perdido, de ese mundo de la infancia que se tiende a recordar como perfecto; mientras que, al comienzo de El imperio del sol, se nos muestra a un colectivo, el de los ingleses del barrio occidental de Shanghai, que viven en un lugar suspendido en el tiempo, como si las graves noticias no tuvieran que ver con ellos, atravesando las convulsas calles de la ciudad china para acudir a imposibles fiestas de disfraces mientras, a unos cientos de metros, se abren trincheras y se derriban aviones.

La guerra ha convertido a Iván en un monstruo: cualquier atisbo de niñez ha desaparecido de su mirada. Vive sólo para la venganza; no mata por su mano, pero hará todo lo que pueda por ayudar a que mueran todos los alemanes posibles. Acepta misiones suicidas de exploración para espiar al enemigo, atraviesa campos para ver si están minados. Jimmy también será utilizado, en el campo de concentración, para comprobar si los alrededores están minados; pero, en su caso, él no lo sabe: es engañado por Basie (John Malkovich), quien le manda a cazar faisanes sin advertirle de sus verdaderas intenciones.

Es aquí donde reside una de las diferencias entre ambos filmes, una de las esenciales: la visión de Tarkovski es mucho más devastadora, porque Iván se ha convertido, dentro de la inhumanidad que trae la guerra, en el grado sumo de lo no-humano: su mirada es dura, inexpresiva, e incluso sus mandos le rehúyen. La de Jimmy, en cambio, tiene más de alucinada. Iván odia a los alemanes, con un odio destructivo que le arrasa por dentro. Pero Jimmy admira a los japoneses; para él, son la única garantía de estabilidad, de seguridad, en un mundo que se derrumba: ellos son los que mantienen el orden y la pulcritud en el campo. Y son los que han construido los aviones que contempla fascinado.

Cuando termina la guerra,
las dos infancias han quedado destruidas: Iván, incluso físicamente. Cuando las tropas rusas entran en Berlín, ya no queda sitio para una bestia como él. Por su parte, Jimmy, cuando por fin es recogido por sus padres, se ha convertido en otro: tanto es así, que pasan a su lado sin conocerle, y él ni se molesta en llamarles. Pero, en su caso, hay lugar para la esperanza, y se permite cerrar los ojos, después de haberlos mantenido exageradamente abiertos a lo largo de toda la película, sobre el hombro de su madre, mientras que su vieja maleta, con su avión y sus cosas de niño, flota entre los ataúdes que los chinos hacen bajar por el río hasta el mar.

LA INFANCIA DE IVÁN. Ivanovo detstvo. URSS, 1962. Color, 96 min. Director: Andrei Tarkovski. Intérpretes: Nikolai Burlaev, Valentin Zubkov, Yevgeni Zharikov, Stepan Krilov, Nikolai Grinko. Guión: Vladimir Bogomolov, basado en su propia novela. Fotografía: Vadim Yusov. Música: Viacheslav Ovchinnikov. Productor: G. Natanson. Vista en: DVD (Artificial Eye).

EL IMPERIO DEL SOL. Empire of the Sun. EE. UU., 1987. Color, 147 min. Director: Steven Spielberg. Intérpretes: Christian Bale, John Malkovich, Miranda Richardson, Nigel Havers, Joe Pantoliano. Guión: Tom Stoppard, basado en la novela de James G. Ballard. Fotografía: Allen Daviau. Música: John Williams. Productores: Steven Spielberg, Kathleen Kennedy, Frank Marshall. Vista en: DVD (Warner).

4 comentarios:

Matías Cobo dijo...

Pese al sambenito de que Spielberg convierte en oro todo lo que toca, nunca he dudado de su amor al cine como arte y su sabidaría emanada del mismo.

Puede que tenga presente el éxito en taquilla, pero su maestría al usar el lenguaje cinematográfico equivale a la brillantez con la que un premio Nobel de Literatura podría manejar las palabras. Quizá, con el tiempo, sus películas sean vistas y estudiadas sin el prejuicio de estar rubricadas por un hombre casado con el éxito; como acabas de hacer tú al hablar de El imperio del Sol y hacer este interesante análisis comparado con una cinta de Tarkovsky.

Un saludo.

Rosenrod dijo...

Totalmente de acuerdo contigo, Matías. A pesar de que creo que la mejor época de Spielberg fue la primera, donde se acumula un mayor número de obras maestras (desde "El diablo sobre ruedas", "Tiburón", "Encuentros en la tercera fase", "E. T.", "En busca del arca perdida"... ¿cuántos directores podrían contar ni siquiera una mínima parte de tan buenas películas en su filmografía?), sus películas siempre son interesantes, por más que también tenga otras abosolutamente fallidas ("1941", "Amistad") y otras, creo que las más numerosas, que se quedaron a medio camino de ser verdaderamente grandes ("La guerra de los mundos"). Pero aún tiene mucho que decir y no se le puede dar por muerto: ahí está "Múnich" para demostrarlo, con esos momentos verdaderamente grandes.

De todas formas, lo confieso: "El imperio del sol" sigue siendo mi preferida. Simplemente perfecta, creo que es además de las obras más personales de Spielberg, y que rehúye a la perfección muchos de los clichés que lastran otras obras pretendidamente mayores ("La lista de Schindler").

Un saludo,
Rosenrod

Matías Cobo dijo...

Para mí, La lista de Schindler es una de sus mejores películas; personalmente, quizá sea la que más me gusta de la filmografía de Spielberg. Y estoy de acuerdo en que sus primeras películas tienen todas algo de brillantez. Por ejemplo, uno entiende mucho mejor cómo es capaz de transmitir la tensión en Tiburón tras haber visto El diablo sobre ruedas, una película que hoy se tildaría de cine independiente por su peculiar argumento. Y también coincido en que, tanto en La guerra de los mundos como en Munich, se quedó al borde de la obra maestra.

Rosenrod dijo...

Veo que con "La lista..." hemos topado. Buen tema para abordarlo con más detalle, sí señor.