skip to main |
skip to sidebar
Defitivamente, va a ser verdad que trabajar para la Disney tiene consecuencias. O por lo menos, a esa conclusión puede llegar uno cuando le cae en las manos algo tan retorcidamente divertido como El libro de los conejitos suicidas, de Andy Riley; un señor que, por lo visto, es un atareado guionista de programas para la televisión y el cine británicos, además de la película Gnomeo and Juliet (?) de los herederos del tío Walt.
Pero, a esta faceta, Riley une la de dibujar una tira semanal para The Observer Magazine y la de haber creado, también como ilustrador, una serie disparatada en la que el humor negro reina sin límites: en efecto, sus viñetas mudas en las que tiernos conejitos ingenian mil y una maneras para pasar a mejor vida nos ponen una sonrisa en la cara que sólo, cuando lo pensamos mejor, pueden traer consigo algún remordimiento. En el fondo, ¿de qué nos reímos? ¿Es que tiene alguna gracia ver a esos monísimos roedores pegarse con cola a la cubierta de un submarino a punto de sumergirse, corriendo a ponerse delante de una jabalina que ellos mismos lanzan, permaneciendo pacientes bajo una estalactita, o tomando el sol mientras el resto de los animales van subiendo al arca de Noé? (y eso, sólo por citar algunos ejemplos descriptibles con palabras).
Pues sí, lo confieso: tiene mucha gracia, por esa extraña combinación que Riley consigue de ternura y gamberrismo, de brutalidad calculada e ironía. Y cómo no, no podía faltar el guiño cinematográfico, con suicidios en los que La guerra de las galaxias o Atracción fatal sirven de imaginativa inspiración. Claro que nada que ver con mi favorito, el que abre este post: el uso adicional que un conejito es capaz de obtener del teletransporte de Star Trek, esa cosa que todos deseamos que inventen pero ya para aliviarnos de tanto atasco y estrés.
Y eso es sólo una muestra: en las páginas de este libro, encontraréis muchos más ejemplos. Y os aseguro que, por mucho esfuerzo que pongáis, la sonrisa se os asomará; ya veréis cómo sí.
17 comentarios:
Pero y porque se quieren suicidar prrrr? con lo lindo que es vivir no? :D
Besitossss
me pasa igual :D si da risa y luego viene el remordimiento :D
de que nos reimos al final ? :D
A mi también me hace gracia ese humor negro...
Es que estos conejitos son muy graciosos, además como se lo curran para suicidarse con ese ingenio que tienen la sonrisa aparece en seguida.
Pues tiene buena pinta y hoy día hace falta mucho eso de reir, jajaja...
Besos y gracias por tu visita a mi blog.
jajajajaja hacía tiempo que no veía una tira de los conejitos suicidas jajajajaja
A mi me hace gracia ese toque de desesperada chapuza o chapucera desesperación, en el fondo algo tan español.
Con las ganas que tengo de reírme jejejejeje. ¡Tomo nota!
Un besoo
Buf.. Andy Riley, buf...:)
Dan cientos de ideas originales =P
Me parece magistral como el tío crea el chiste sin tan solo una palabra, es grande.
Pues ahí está gran parte de la gracia, Pandilla: que no sabemos por qué.
Pues mira, casi mejor no pensarlo demasiado, Paulina :)
Es que es genial, Hatt.
Desde luego, no se puede decir que lo suyo sea un arrebato, Chasky (y por cierto, bienvenido por aquí).
Desde luego, Laura. Y gracias a ti por pasarte por aquí.
¡Jajaja! Me gusta esa última definición, Cerrajero.
Pues éste es buen remedio, Tha.
Es genial, Jordi; casi tan perverso como tus textos ;)
Es de una habilidad pasmosa, Estrellita, tanto en la idea como en su plasmación.
Un saludo!
Con lo que me gusta a mi reirme y eso que no soy precisamente la alegria de la huerta¡
Saludos tardios.
Creo que nuestra primera reacción por naturaleza es la de reirnos ante infortunios ajenos, luego damos paso a nuestra consciencia, moral o lo que sea y esta nos pone serios y reflexivos. No conocía a Riley, he visto las ocurrencias de sus conejitos y me he matado(?) de risa, jejeje!
Saludos!
Ay, ahora me haces dudar... ¿Una publicación similar pero con perros de raza dibujados graciosísimos, con ojos muy saltones y collares de perlas, pertenece al mismo autor?
Esos chistes me parecen simplemente geniales.
Pues... la verdad es que no lo sé, Tamaruca.
Un saludo!
El humor negro es indispensable en nuestras vidas. Le eché un vistazo al libro y es realmente delicioso.
es supercachondo y tiene continuación
Publicar un comentario