28 mayo 2006

¿QUÉ FUE DE JANE GREY?

Llevábamos meses temiéndonos lo peor. Las noticias que íbamos conociendo no invitaban precisamente al optimismo: primero, la deserción de Bryan Singer, que decidió abandonar a los X-Men por Superman; luego, las informaciones sobre problemas para completar el reparto (al parecer, no estaba nada claro que todos los actores quisieran repetir). Y como remate, la decisión final sobre quién sería el director: Brett Ratner, quien ya nos había acreditado su gran capacidad para desvirtuar y hacer soso y aburrido a un mito cinéfilo como el mismísimo Hannibal Lecter, "prodigio" perpetrado en la olvidable El dragón rojo. Y, si había conseguido poner un broche tan lamentable en la trilogía del psiquiatra caníbal, teniendo los actores que tenía entre manos (Anthony Hopkins, Ralph Fiennes, Edward Norton, Philip Seymour Hoffman, Emily Watson... ¡por Dios!, ¿cómo se puede hacer una mala película con un reparto así?), y un personaje ya tan poderosamente construido, ¿no era más que lógico que nos estuviéramos haciendo cruces?

¿Era desproporcionado nuestro temor? Lo cierto es que X-Men. La decisión final es una película correcta, que se beneficia del poderoso entramado levantado en las anteriores entregas, especialmente en la magnífica X-Men 2, probablemente la mejor película creada al calor del renacer de los cómics de superhéroes en el cine, y la que más eficazmente ha sabido explorar los recovecos, consecuencias y simbología última de estos héroes temidos, marginados y señalados como enfermos. Y todo ello, sin dejar de ser una película de acción, sin desdeñar los improbables poderes, que ningún gen podrá otorgar jamás por mucho que mute, de cambiar el tiempo atmosférico, convertirse en piedra, lanzar rayos ardientes por los ojos, pero integrándolos en un guión prodigioso en el que cada personaje tiene una historia particular que interactúa con las otras y teje una malla de una profundidad psicológica que, por comparación, deja reducida al ridículo la rayana en lo patético Hulk, de Ang Lee.

Es decir, que bastante tenía Ratner con no destrozar lo ya construido. Y no lo hace, en gran parte porque modera la exploración psicológica y sociológica para ofrecer, a cambio, un solvente ejercicio de espectacularidad, incluida la secuencia más gratuita, pero también cargada de una rara belleza, del Golden Gate deslizándose sobre la bahía de San Francisco. Como ocurriera en Terminator 3, esta secuela aporta poco al conjunto de una de las trilogías más sobresalientes del fantástico de los últimos veinte años, pero cumple en su función de cerrar las tramas y las historias de los personajes principales, incluso con la muerte o desaparición de un número inusitado de ellos.

Los únicos momentos en los que la película se eleva de la simple corrección tienen un nombre: Jane Grey; o, mejor dicho, Famke Janssen, cuyas apariciones impregnan la pantalla de una belleza clásica que gana por goleada a las sexys Halle Berry o Rebecca Romijn, que ya es decir. Pero hay algo en la conversión de Jane Grey en Fénix, en su ardiente despertar con Lobezno, en su rostro sufriente, en su enfrentamiento con el profesor Charles Xavier, en su figura en el bosque, como una extraña y seductora bruja, que trascienden el mero personaje para convertirse en un auténtico icono. La historia de su transformación, de la irrupción de la furia en su rostro dulce (qué voz, ¡madre mía!), supera a la infantil narración de la conversión de Anakin Skywalker en Darth Vader, aún a pesar de que el final deje un cierto poso de decepción, como si nos hubiese faltado algo (y eso, por no hablar de la bochornosa última línea de diálogo endosada a Magneto, absolutamente indigna e incoherente con el personaje).

Por ello, y a pesar de lo que parece anunciar el plano final de la película, esperemos que ésta sea, efectivamente, la última de la saga. Nos hemos librado del desastre por poco: no estropeemos, al estilo Lucas, lo que es una buena trilogía que tiene su punto central en la segunda entrega. Además, si no tenemos a Jane Grey, ¿qué nos queda entonces? Mejor démosle a Lobezno su spin off; para revivir a Fénix, ya tenemos el DVD.


X-MEN: LA DECISIÓN FINAL. X-Men: The Last Stand. EE. UU., 2006. Color, 104 min. Director: Brett Ratner. Intérpretes: Hugh Jackman, Halle Berry, Ian McKellen, Famke Janssen, Anna Paquin, Kelsey Grammer, Rebecca Romijn, Patrick Stewart, Ellen Page. Guión: Simon Kinberg, Zan Penn. Fotografía: Philippe Rousselot, Dante Spinotti. Música: John Powell. Productores: Avi Arad, Lauren Shulen Donner, Ralph Winter. Vista en: Cine.

2 comentarios:

Matías Cobo dijo...

Yo tengo muchas ganas de ir a verla, a sabiendas de que, al no estar Singer , haya decaído la cosa. A ver si me deslío estos días y me acerco al cine. Y totalmente de acuerdo: la belleza de Famke Janssen suele aportar a sus papeles una faceta de lo más ambivalente. Dulce a veces, aviesa otras. Yo la he visto ahora en la excepcional serie de Nip/Tuck y, en ella, utiliza hábilmente ambos registros.

An dijo...

No la e visto y ahora, lleido eesto, temo decepcionarme como con el superable lobezno. Saúdos e apertas