24 noviembre 2006

EL REBELDE ESENCIAL


Rebelde. Ésa es la palabra más repetida en los cientos de páginas que se han escrito estos días con motivo de la muerte de Robert Altman. Rebelde por no plegarse a los modos de producción hollywoodienses, por preferir refugiarse durante décadas en la televisión a hacer películas que no le gustasen, rebelde por morir con 81 años en plena actividad, con un título aún calentito y otro cocinándose en el horno cuando ninguna productora da un duro por un cineasta que corre el riesgo de morirse en la silla de director (que se lo digan, si no, a Billy Wilder)...

Rebelde. Una palabra reservada para unos pocos en la cinematografía estadounidense, John Huston (que también logró mantenerse activo hasta el final, y para colmo, se despidió con una obra maestra) y pocos más. Pero el aspecto menos mencionado de su rebeldía, aunque tal vez más esencial, sea la forma en como concebía sus películas.

Cineasta irregular, con una larga pero necesariamente expurgable filmografía, sus obras mayores (Nashville, El juego de Hollywood, Vidas cruzadas, Gosford Park), así como bastantes de las más olvidables (Prêt-à-porter), están recorridas por una misma concepción cinematográfica en la que prima la visión de conjunto a la exaltación del individuo. Un esquema en el no existe un protagonista claro y que parecería ajeno a los intereses de las grandes estrellas, si no fuera porque, paradójicamente, muchas de ellas ansiaban trabajar con él.

Un poco como nuestro Berlanga, aunque con intenciones y modos bien diferentes, el Altman más inspirado nos regala un perfecto dibujo de las relaciones entre las personas, de las situaciones de poder y opresión en que nos movemos, y nos dice que cada movimiento que hacemos en la vida tiene siempre consecuencias inesperadas e inevitables en los que nos rodean, incluso en los que no nos conocen, y que la existencia no es más que un deslizarse por los miles de caminos entrecruzados que trazamos con cada acción, con cada pensamiento, con cada duda y frustración.

Hay una secuencia, entre otras muchas, que define a la perfección la mirada de Altman. Ocurre en Gosford Park, donde el mapa de esa zona confusa donde confluyen las rígidas jerarquías sociales y los anhelos personales quizá se nos presenta de forma más clara y contundente, y tiene un plano simplemente maravilloso: mientras se oye una canción en el salón donde los ricos y aristócratas convocados pasan el tiempo, juegan, charlan, sin prestar la más mínima atención a lo que está sonando, los criados se acercan a las puertas entreabiertas y la escuchan en silencio.

Ese plano prodigioso de "los de abajo" sentados en las escaleras, en penumbra e iluminados por la luz que sale de la estancia de "los de arriba", recogiendo las migajas de una belleza que no les era destinada aunque ellos la aprecian mejor porque están hambrientos de ella, no como sus ahítos señores, vale por cincuenta páginas de un libro que nos quisiese describir, utilizando sólo la palabra, esas mismas relaciones.

Ése era el Altman en estado de gracia, el Altman que todos recordaremos y que, seguramente, volveremos a ver en su último y testamentario trabajo, A Prairie Home Companion, aún inédito entre nosotros. Qué suerte que aún nos quede un dulce en la bandeja; ahora sólo hace falta que el camarero de la distribuidora se acuerde de traerlo hasta nuestra mesa: como los criados, nosotros también estamos hambrientos de belleza.

19 comentarios:

Mar dijo...

Me ha encantado... es filosofía totalmente, la vida. Muchas gracias.

atuaire dijo...

Altman era amigo mio. La facilidad con la que manejaba a un número importante de actores en sus películas y lo bien que tejía esas historias de guión, matizando a los personajes y dotándoles de interés para el espectador era su sello de identidad. Destaco por gusto propio Vidas Cruzadas y Gosford Park.
Rosenrod, felicidades por el post.

Anónimo dijo...

Robert Altman es uno de los grandes genios del medio, y tu post le hace justicia

Roberto García dijo...

Vaya mala época. Palance, Altman y ahora tambien Phillippe Noiret. Que pena.

Y ya que citas a Berlanga...esa si que va a ser una grandisima perdida, cuando nos deje.

Estamos tristes, que le vamos a hacer...

Vade Retro dijo...

El planteamiento ese de los caminos que se bifurcan y que todo es causalidad me ha encantado.
Un beso Rosenrod.

Shiba dijo...

Ay, qué nostalgia... qué grande Robert... aunque rodó algún que otro bluff, muchas de sus obras, como "M.A.S.H." o "Gosford Park" nos hablan de su calibre. Gracias por su obituario, Rosenrod.

Por cierto, haber si te atreves a hacer un juicio de valor sobre mi último artículo. Me interesa tu opinión.

Rosenrod dijo...

Si es que el buen cine siempre lo es, Thalatta. Gracias a ti.

Muchas gracias, Atuaire. Y sí, has mencionado las que son también mis dos favoritas, especialmente la última.

Y ni te imaginas las ganas que tengo de que le estrenen aquí la última, Víctor. Dicen que no llega al nivel de sus obras maestras, pero que en ella habita el Altman que a todos nos gusta. ¡Que llegue ya!

Desde luego, Rob: ¡qué racha! Y cruzando los dedos estoy de que no siga así...

¿Acaso no es así, Vade? ;) Otro beso para ti.

¿¿??, Lucinda. Uau, suena hasta desafiante... paso raudo a leerte.

Un abrazo!

Anónimo dijo...

Me quedo con la primera parte de su carrera. De su última etapa, solo "The Player" me pareció brillante, el resto se perdió entre los vaivenes de un estilo que nunca evolucionó. Hay más trazos diferenciadores entre "Nashville" y "Tres mujeres" (muy cercanas en el tiempo), que entre "MASH" y "Short Cuts".

Su mejor película es "Un largo adiós". Decadente y amarga. Una película capital para una obra con demasiados altibajos.

Saludos, Rosenrod.

Anónimo dijo...

En fin, otro más que nos deja y, aunque a mi no me guste particularmente, es una pena. Lo que comenta Rob sobre Berlanga... eso sí que será una tragedia enorme..., pero bueno, no adelantemos acontecimientos, ojalá pasen muchos años aun...

Rosenrod dijo...

¡Y vaya si tiene altibajos, Álex! Una vez me asomé a su "Popeye"... lastimoso. Y es que el señor llegó a hacer, si no recuerdo mal la cifra, 89 películas... cuando las que se mencionan para recordarle son apenas una decena. Pero, ¡qué decena!

Hombre, Freddy, muchos muchos, me temo que no van a pasar...

Un saludo!

Matías Cobo dijo...

Reconozco no haber visto todo el cine 'esencial' de Altman, pero sí que me encantó Gosford Park, por la que bien podría haber ganado el Oscar. Me parece magnífico el recordatorio que haces de la escena de "los de abajo" en esta peli. Efectivamente, nosotros también estamos hambrientos de belleza, y al menos ésta quedará intacta en la inmortalidad de sus mejores cintas.

Oscar Pita Grandi dijo...

Tienes cuanta razón con eso de "rebelde"; por eso el mismo dijo que iba a morir con las botas puestas.
Nos vemos.

Rosenrod dijo...

Lo de Altman y el Oscar tiene su gracia, como tantos otros; y encima, nos quedaremos con la duda de si le trajo mal fario. Si tardan un año más, ni el honorífico le llega.

¡Bienvenido, Óscar! Y qué envidia poder hacerlo, ¿verdad?

Gracias a los dos!

W dijo...

Hombre, yo no sé mucho de Altman, pero he visto pelis suyas bastante más sustanciosas que todas esas que dices.

Por cierto, decir que Huston se despidió con una obra maestra es una tautología.

Rosenrod dijo...

Pues no te digo que no, Tratadelamerla: con 89 (creo recordar) películas rodadas, tampoco sería tan extraño... Y respecto a lo de Huston, podría haber ocurrido: imagínate que su última película hubiese sido "Evasión o victoria" o "Annie" :)

Un saludo!

W dijo...

Pues ambas son muy divertidas. Y yo al hombre que ha hecho el hombre que pudo reinar, el honor de los prizzi, vidas rebeldes, bajo el volcán, fat city, el juez de la horca, la noche de la iguana y unas cuantas más le perdono hasta que mate a mi padre.

W dijo...

Bueno, y si nos acordamos de que interpretó al diabólico Noah Cross en Chinatown no me queda otra que decir que este hombre era un Dios.

W dijo...

Y además tuvo la exquisitez de engendrar a Anjelica, una de las actrices más grandes que han tenido ocasión de disfrutar estos ojitos.

Vamos, que no se puede ser más grande que John Huston.

Por cierto, leed sus memorias porque su vida era aún más interesante que sus películas.

Rosenrod dijo...

¡¡¡¡¡¡!!!!!!!

Lo confieso, Tratadelamerla: apabullante. ¿Qué se puede replicar a tal aluvión de verdades como puños?

Nada, nada: zanjada la cuestión.

Un saludo!