26 septiembre 2006

¿EIN?


El sábado pasado, mi cinefilia entró en crisis. El sábado pasado, me metí en una sala de honda tradición de calidad y allí, junto a otras seis o siete personas, me dispuse a ver la película del penúltimo gran descubrimiento de la crítica francesa e internacional, la obra que se hizo con el Gran Premio del Jurado del Festival de Cannes del 2004 y merecedora de su distinción como la mejor película estrenada en Francia ese mismo año, otorgado por la prestigiosísima Cahiers du Cinema (las que se leen los cinéfilos que aún saben francés; para la creciente y hegemónica parroquia angloparlante, puede optarse por Sight & Sound).

Pues bien, con esos antecedentes, confieso que el sábado pasado... me aburrí como una ostra, me revolví en mi asiento y no me dormí, a pesar de que me picaban desaforadamente los ojos, porque alguna extraña maldición me impide quedarme traspuesto ante una pantalla, sea la que sea, ante la que me quedo atrapado cual insecto. A lo largo de las dos horas de película, asistí a dos películas en una, la primera más o menos entendible, pero la segunda, durante una eterna hora, me oprimió contra el asiento con la casi ininteligible y expasperadamente lenta historia de un soldado perdido en una selva dando caza, o intentándolo mejor, a un chamán capaz de transformarse en cualquier bestia.

Por lo que llegué a entender, la película (por llamarla de algún modo, y que conste que no lo digo yo, que su director, el tailandés Apichatpong Weerasethakul, es el primero que dice que no es una película, sino una experiencia sensitiva o algo así) buscaba marcar el contraste entre la primera parte, una idílica historia de amor homosexual entre el soldado y un joven campesino, tan alegre y luminosa que ni siquiera el hallazgo de un cadáver al principio de la historia la perturba... hasta que ese soldado es mandado a la selva para la caza, se va animalizando, se llena de miedo, desaparece todo lo bueno y queda sólo la fuerza de la naturaleza, una fuerza mágica que depara imágenes potentes, como el espectro de la vaca muerta vagando por el bosque, el fantasmal árbol iluminado por miles de luciérnagas o la hermosa imagen de un tigre sobre la rama de otro árbol, enfrentado al soldado que espera su muerte, su conversión, su sublimación o vete a saber qué... (una segunda parte, por cierto, prácticamente muda, y punteada por intertítulos que nos narran lo que va sucediendo y la leyenda en que se basa, quizá una manera sutil de decirnos que, ahí, el lenguaje no sirve de nada).

Eso es todo lo que puedo decir: imágenes subyugantes asfixiadas por kilómetros de celuloide inextricable. Al salir del cine, volví a sentir lo que algunas películas de Angelopoulos o Kiarostami me habían despertado en otras ocasiones, una mezcla de estupor, enfado y tedio infinito. ¿Tan impermeable puedo ser a un nuevo talento que se sale de lo normal y que está llamado, según la crítica internacional, a ser de los grandes? ¿De verdad es tan grande o es una simple tomadura de pelo? ¿Aciertan los críticos franceses al señalar los nuevos caminos, o sólo repiten la vieja estrategia de marcar continuas fronteras entre la cinefilia de andar por casa y los grandes popes elitistas? Y si es así, ¿sería justo que la verdad (si es que tal cosa existe) del arte cinematográfico quedase en manos de unos pocos, como pasa en tantas disciplinas artísticas, y a los demás sólo nos quedase asentir si no queremos quedarnos, no ya fuera del presente, sino del futuro?

En mi caso, lo que me desconcierta es que otros cineastas herméticos o difíciles me han llegado e, incluso, me han provocado emociones difíciles de explicar. Aunque pueda parecer imposible, he vibrado, e incluso llorado, con Tarkovski; se me han puesto los pelos de punta con Dreyer; he disfrutado con Rohmer; me he sobrecogido con Bergman; he sentido la hermosura con Erice; Lynch me ha anodadado... pero Apichatpong, simplemente, me ha dejado frío... y aburrido, como dos de las personas del puñado que estábamos, que directamente se salieron del cine.

Y llevo ya varios días preguntándome: ¿doctor, es grave...?

P. S. Pido disculpas por este desahogo, más personal de lo habitual en este blog, sobre mis sensaciones al término del visionado de Tropical Malady. Sinceramente, no me encuentro con fuerzas ni capacidad para hacer una crítica sobre la película; eso lo dejo a los cientos de páginas (y no exagero, echadle un vistazo a Google) de rendidos admiradores de Apichatpong. Ni siquiera estoy seguro de poder calificarla de bodrio ni, desde luego, de genialidad. Quizá sea hora de reconocer las propias limitaciones y limitarse a escribir sobre La máquina de bailar, reconocer lo grandísima película que es Alatriste (y lo majo que es Tano Díaz-Yanes, ya puestos) y vivir instalado en el cliché.

No somos ná (y algunos días, aún menos).

TROPICAL MALADY. Thailandia, Francia, Alemania, Italia, 2004. Color, 120 min. Dirección y guión: Apichatpong Weerasethakul. Intérpretes: Banlop Lomnoi, Sakda Kaewbuadee, Huai Dessom, Sirivech Jareonchon, Udom Promma. Fotografía: Jarin Pengpanitch, Vichit Tanapanitch, Jean-Louis Vialard. Producción: Charles de Meaux, Alex Moebius. Vista en: Cine.

[+] Apichatpong llega a España, en El dormitorio de Maud

16 comentarios:

Raccord dijo...

Intentare pasar despercibido el puñal de la Máquina de Bailar jajaja. Tiene toda la pinta de que esta peli es un coñazo de los que hacen época, pero hasta que no la sufra... ;)

Saludos

kasandra dijo...

Madre mía, pues lo que yo he disfrutado aquí hoy leyéndote no lo sabes :))

Pero eso sí, mientras te leía me decía pues yo esta tengo que vérmela flipada que seguro que es de las que en ese estado me molan a mí xD

Un beso de una lectora que se va hoy a la cama de muy buen humor y gracias a esto

Roberto García dijo...

Rosenrod, tengo un amigo psicologo. Puede echarte una mano. Le he contado tu caso y dice que te ayudará encantado.

Además me ha comentado que sera a partir de unos dias cuando comenzarás a despertarte subitamente en mitad de la noche con imagenes de Apichatpong y que podras tener paranoias con el nombre de Tropical Malady.

Tambien me ha comentado que en casos así, mucha gente ha optado por ponerle el mismo nombre a las cosas que le rodean. Un primo suyo le puso de nombre a su hijo recien nacido; "El reino de los cielos", victima de dicha paranoia.
En tu caso, "dioses y monstruos" corre riesgo de pasar a llamarse Tropical Malady.

Te doy el telefono de mi amigo psicologo. 6956652684. Se llama Juanjo.
Espero que te sea de ayuda, la puedes necesitar.

;) :)

Saludos septimocieleros!

Anónimo dijo...

Es curioso pero parece casi ilógico que cuando vamos el cine, pagamos nuestra entrada, PAGAMOS (sí, con mayúsculas) palomitas y coca-cola, nos sentamos en nuestros respectivos asientos, se apagan las luces y empieza la película son, realmente muy pocos los que si la película es aburrida, o, simplemente, un auténtico coñazo, salen de la sala a perder mejor el tiempo en otra parte.

No deja de ser interesante. Y ojo, que yo he ido al cine a ver mucho bodrio y nunca, jamás he salido de sala. Sólo me pregunto ¿Por qué será? ¿El ser humano será masoca por naturaleza?

Y ahora Rosenrond con su cinefilia en crisis.

Marede3 dijo...

No le pasa nada!! Simplemente no puede gustarnos todo, ni sentirnos atraidos por todo, creo yo. Hay cosas queno llegan, no llenan y no convencen, yo lo aprendi con las novelas, me frustre conla primera novela que nome gustó pero después aprendí que encontraría muchas más.
En el cine pasa lo mismo, pero con sinceridad ahora tengo una tremenda curiosidad por verla.
Besos y animo!!!!!!

Director's Cut dijo...

Tranquilo Rosenrod, te comprendo... a mi me pasó lo mismo con "Izo" de Takeshi Miike, fue horrible la sensación de estupor y tomadura de pelo que me quedó, tras ver un film sin sentido y de larguísimo metraje. Aunque soy fan de Miike, reconozco que se le fue aún más la castaña. pues esa película es incomible...

Un Saludo y ánimo, jejeje ;)

Anónimo dijo...

Yo lo que creo ante casos así es que la crítica se emperra tanto en buscar nuevas vías que no les importa tanto si realmente es interesante o no como si no es lo ya visto mil veces y la verdad prefiero algo mil veces sobado pero al menos entretenido a un sopor total y absoluto...

Lucy_nariz_respingona dijo...

muy buen blog! te pongo en liks .. gracia spor postear!!

muaCk

Rosenrod dijo...

Raccord... si te la pierdes, no pasa nada; créeme.

Kasandra, pues lo de verla flipada puede que no sea mala idea, no te creas.

¡Jajaja, Rob! Espero no llamar a un hijo mío nunca "Tropical Malady"... ¡sería un punto cuando pasasen lista en clase!

Me ocurre lo mismo, Mykima; y es curioso porque, cuando se trata de dejar un libro que me está aburriendo, no tengo ninguna duda: lo dejo y ya está. ¿Por qué soy incapaz de hacerlo con una película? Misterio.

¿Tienes curiosidad, Lluna? OK, pero ¡bajo tu responsabilidad! :) En serio: es el tipo de película que nunca nunca me atrevería a recomendar a nadie. Si la ves y te gusta, de acuerdo, pero demasiado riesgo como para sugerir a nadie que la vea.

¡"Aterriza como puedas", Kesher! ¿Puedes creerte que me parece una obra maestra en su género?

Si es que hasta nuestros ídolos nos lo ponen muy difícil en ocasiones; ¿verdad, Director's?

No lo sé, Freddy; reconozco que me desconcierta: ¿cómo puede haber esa unanimidad entre la redacción de una revista, por muy sesuda que sea? De verdad que me supera.

¡Hola, Lucy! Y bienvenida.

Gracias a todos!

Anónimo dijo...

En mi caso, no me siento identificado con 'la verdad' de los entendidos...para mí la crítica especializada son una guía, a veces me descubre obras maravillosas que me hacen inmensamente feliz...otras veces esas películas no me hacen disfrutar pero me aportan algo, me enriquecen como aficionado...pero también hay casos en los que no comprendo qué le han visto a algo tan 'comatoso' como parece ser 'Tropical Malady'.
Resumiendo, cuando 'me la dan con queso' o 'me la meten doblada' intento olvidar lo antes posible la causante de tal decepción...sin plantearme mi cinefília, que es humilde pero entusiasta.

'Aterriza como puedas' es perfecta...
...y 'Top Secret' la obra cumbre del humor absurdo, faltaría más !!

Un abrazo.

Rosenrod dijo...

¡Jajaja! Buen antídoto, Egon...

Un saludo!

Anónimo dijo...

Ahora que leo con más detalle de qué va la película, me suena que probablemente fue una que pasaron hace uno o dos años en el Festival de Cine Asiático de Barcelona, el BAFF. Yo no la vi, pero una amiga comentó que era así en plan como muy onírica, tanto que toda la sala se quedó dormida al cabo de media hora XD Y es que, para colmo, la proyectaron de madrugada.

Rosenrod dijo...

Pues ya verla de madrugada es para nota...

Me encanta lo de "onírica", Marnie. Un beso

kuroi yume dijo...

Yo la vi hace dos semanas, y debo aclarar que me encanta "Izo" y me divertí muuucho con "El Sabor de la Sandía", y digo ya que JAMÁS intentaré hacerme pasar por la "élite" (gente que dejará pasar a causa de infundados prejuicios joyas como "Los Renegados del Diablo")

Pues bien, mi sensación tras ver "Tropical Malady" fue exáctamente la misma que la de Rosenrod.

No puedo decir que sea mala, pero la extraña sensación de que la película desconectó de mí (ojo!, no al revés) es algo que no me podré sacar nunca de la cabeza. No dejababan de dar vueltas en mi cabeza las palabras "¿por qué?" (qué aguantaba, qué era aquello, qué quería decir el director, qué me estaba perdiendo...)

En fin, si el objetivo de una película es la diversión, aquella es una pésima película; y si el fin de ésta en concreto es dar sensación de pérdida dentro de la naturaleza, en mi caso no lo consiguió. Sólo me perdí dentro de un montón de metraje vacío...

Rosenrod dijo...

Que la película "desconectó" de ti... genial, Kuroi. Yo no habría podido expresarlo mejor.

Un saludo, y bienvenido!

kuroi yume dijo...

Un placer!
Nos seguiremos leyendo.